11/06/2016, 22:00
El genin se escudó en que el motivo de tal intercambio era dietético, quería intercambiar parte de su bol con el de la kunoichi por razones meramente dietéticas. No sonaba realmente confortable, pero en fin, tampoco iba a negarle el bocado. Teniendo en cuenta que había encontrado un restaurante tan bueno gracias a él, era lo mínimo que podía hacer por compensarlo. Además, en un principio solo se había negado gastando la broma, no tenía la verdadera intención de negarle probar su plato.
Fuera como fuera, hasta la calidez de la charla se hizo palpable con un sonrojamiento ligero por parte del moreno. Tampoco le dio mucha importancia a éste detalle la chica, realmente se encontraba agradada con la compañía del médico, y el sentimiento parecía recíproco.
Tras haberle dado a probar de su plato, el chico comentó que sabían realmente bien. No era demasiado disparatado, eso ya lo había probado. Sonrió y le dio la razón con la cabeza, gesticulando la afirmación un par de veces. —Si, la verdad es que está muy bueno.
No tardó en retirar el bol de la vera del joven, mas que nada para no molestar. Ya se había servido para probarlo, y ahora parecía ser su turno. Mogura no tardó en imitar la acción por parte de la chica, aunque éste se tomó su propia manera de hacerlo. No se molestó en acercar el bol, si no que se reincorporó y tomó parte del contenido del mismo. Con delicadez pero firmeza, sostuvo el alimento y lo acercó hasta el rostro de la chica, acompañado en todo momento por la otra mano por debajo; no parecía querer manchar ese bonito mantel. Sin mas, se lo ofreció a la peliblanco, añadiendo que su plato también tenía buen sabor.
La chica sostuvo una pequeña mueca al principio, casi acompañada de un sonrojamiento. No esperaba que le ofreciese a probar su plato de aquella manera, la había pillado algo por sorpresa. Pero tampoco iba a dejarlo ahí plantado, debía hacer algo. Tomar de su plato, o decirle que no.
Katomi se reincorporó levemente, y abrió la boca a la par que acercaba sus labios a los palillos de Mogura. Con delicadeza, mordió y jaló; sentándose con el mismo bocado. Mascó un poco, saboreando la carne y la salsa que acompañaba al pedazo de la misma. Tras apenas unos segundos, tragó, y terminó limpiándose los labios con la servilleta.
—Mmmm... la verdad es que también tiene un sabor espléndido... Éste sitio es genial.
Terminado el trato, era hora de acabar con los platos. Las ganas por probar el postre casi le podían. Pero en fin, cada cual come a su ritmo... y el de Katomi era lento. Volvió a introducir sus palillos en su bol, y continuó meciendo los fideos, las verduras, y los muchos aliños que hacían de esa sopa una comida maravillosa.
—¿También son así de buenos los postres?— Preguntó curiosa.
Soltada la pregunta, volvió a comer de su plato. Sin prisas, pero sin demasiada demora.
Fuera como fuera, hasta la calidez de la charla se hizo palpable con un sonrojamiento ligero por parte del moreno. Tampoco le dio mucha importancia a éste detalle la chica, realmente se encontraba agradada con la compañía del médico, y el sentimiento parecía recíproco.
Tras haberle dado a probar de su plato, el chico comentó que sabían realmente bien. No era demasiado disparatado, eso ya lo había probado. Sonrió y le dio la razón con la cabeza, gesticulando la afirmación un par de veces. —Si, la verdad es que está muy bueno.
No tardó en retirar el bol de la vera del joven, mas que nada para no molestar. Ya se había servido para probarlo, y ahora parecía ser su turno. Mogura no tardó en imitar la acción por parte de la chica, aunque éste se tomó su propia manera de hacerlo. No se molestó en acercar el bol, si no que se reincorporó y tomó parte del contenido del mismo. Con delicadez pero firmeza, sostuvo el alimento y lo acercó hasta el rostro de la chica, acompañado en todo momento por la otra mano por debajo; no parecía querer manchar ese bonito mantel. Sin mas, se lo ofreció a la peliblanco, añadiendo que su plato también tenía buen sabor.
La chica sostuvo una pequeña mueca al principio, casi acompañada de un sonrojamiento. No esperaba que le ofreciese a probar su plato de aquella manera, la había pillado algo por sorpresa. Pero tampoco iba a dejarlo ahí plantado, debía hacer algo. Tomar de su plato, o decirle que no.
Katomi se reincorporó levemente, y abrió la boca a la par que acercaba sus labios a los palillos de Mogura. Con delicadeza, mordió y jaló; sentándose con el mismo bocado. Mascó un poco, saboreando la carne y la salsa que acompañaba al pedazo de la misma. Tras apenas unos segundos, tragó, y terminó limpiándose los labios con la servilleta.
—Mmmm... la verdad es que también tiene un sabor espléndido... Éste sitio es genial.
Terminado el trato, era hora de acabar con los platos. Las ganas por probar el postre casi le podían. Pero en fin, cada cual come a su ritmo... y el de Katomi era lento. Volvió a introducir sus palillos en su bol, y continuó meciendo los fideos, las verduras, y los muchos aliños que hacían de esa sopa una comida maravillosa.
—¿También son así de buenos los postres?— Preguntó curiosa.
Soltada la pregunta, volvió a comer de su plato. Sin prisas, pero sin demasiada demora.