26/06/2016, 20:21
—Son gallinas, que tanto problema podrán dar. —
~¿Le respondo o la dejo? ~Se planteó la pelirroja a sabiendas que esos animales emplumados eran mucho más escurridizos de lo que cualquier ser humano se pudiera llegar a imaginar pero a final de cuentas sencillamente la dejó que se arreglase sola. Además, la rubia ya estaba corriendo a patinadas por culpa del lodo pero… Corría, eso era lo importante.
Una caída, dos caídas y listo, la mayor seguramente habrá entendido que tampoco podían obrar en libertad con un terreno tan inestable como aquel aunque había que rescatar que se las ingenió para atrapar a una de las gallinas.
—Ohh… Atrapaste una. —Soltó Ritsuko fingiendo sorpresa a la vez que aplaudía un par de veces.
En la mente de la de ojos rojos eso había sido suerte y ya, además que habían demasiadas y a medida que el número disminuyera la dificultad para atraparlas aumentaría gradualmente.
Aún quedaban catorce gallinas que preferían ir en grupo por algún extraño motivo por lo que debería ser relativamente sencillo atrapar algunas más y así lo quiso comprobar Ritsuko que en lugar de sencillamente correr iba dando saltos como caperucita roja aumentando lo más que podía la velocidad con cada impulso que tomaba.
~Gallinitas… Quédense quietas. ~Decía en su mente como si eso funcionara de alguna manera y cuando estuvo al alcance, prácticamente todos los emplumados comenzaron a aletear y correr como era habitual en la especie, pero una no tan brillante dio un salto importante e intentó saltar el cerco, un error que le aseguró la victoria a la joven que se vio capaz de atrapar al animal por el cuerpo sin recurrir a agresiones ni nada por el estilo.
—¡Dos de quince! —Gritó para su compañera con una sonrisita de satisfacción ya que ella no tenía nada de lodo encima, a comparación de la otra.
Siendo así, sencillamente se dirigió al corral donde metería a la gallina asegurándose que no se le escapase en el proceso o que la otra atrapada lo hiciera.
—Venga, trece más. —Dijo manteniendo su sonrisita mientras avanzaba al grupo de aves.
~¿Le respondo o la dejo? ~Se planteó la pelirroja a sabiendas que esos animales emplumados eran mucho más escurridizos de lo que cualquier ser humano se pudiera llegar a imaginar pero a final de cuentas sencillamente la dejó que se arreglase sola. Además, la rubia ya estaba corriendo a patinadas por culpa del lodo pero… Corría, eso era lo importante.
Una caída, dos caídas y listo, la mayor seguramente habrá entendido que tampoco podían obrar en libertad con un terreno tan inestable como aquel aunque había que rescatar que se las ingenió para atrapar a una de las gallinas.
—Ohh… Atrapaste una. —Soltó Ritsuko fingiendo sorpresa a la vez que aplaudía un par de veces.
En la mente de la de ojos rojos eso había sido suerte y ya, además que habían demasiadas y a medida que el número disminuyera la dificultad para atraparlas aumentaría gradualmente.
Aún quedaban catorce gallinas que preferían ir en grupo por algún extraño motivo por lo que debería ser relativamente sencillo atrapar algunas más y así lo quiso comprobar Ritsuko que en lugar de sencillamente correr iba dando saltos como caperucita roja aumentando lo más que podía la velocidad con cada impulso que tomaba.
~Gallinitas… Quédense quietas. ~Decía en su mente como si eso funcionara de alguna manera y cuando estuvo al alcance, prácticamente todos los emplumados comenzaron a aletear y correr como era habitual en la especie, pero una no tan brillante dio un salto importante e intentó saltar el cerco, un error que le aseguró la victoria a la joven que se vio capaz de atrapar al animal por el cuerpo sin recurrir a agresiones ni nada por el estilo.
—¡Dos de quince! —Gritó para su compañera con una sonrisita de satisfacción ya que ella no tenía nada de lodo encima, a comparación de la otra.
Siendo así, sencillamente se dirigió al corral donde metería a la gallina asegurándose que no se le escapase en el proceso o que la otra atrapada lo hiciera.
—Venga, trece más. —Dijo manteniendo su sonrisita mientras avanzaba al grupo de aves.