1/07/2016, 00:03
—¡¡No, por favor!!—
La joven peliblanca se incorporó de un salto en la cama, el corazón parecía que iba a salirsele por la boca, apenas podía parar de jadear. Cubrió con su mano derecha su rostro y lo notó totalmente cubierto de sudor, con un movimiento ascendente se retiró los cabellos que se habían pegado contra sus suaves facciones antes de dejarse caer de nuevo sobre la almohada
"Otra vez..." poco a poco comenzaba a dominar su respiración "... pesadillas..." desde que había vuelto del Torneo de los Dojos, no había podido volver a dormir una noche de un tirón "pesadillas..." apoyó su brazo derecho sobre su cabeza, cubriendose los ojos "¿qué me ocurre?" bajo lentamente su brazo hasta el borde de las sábanas y la retiró de un tirón.
Se incorporó hasta quedar sentada de nuevo, pero esta vez comenzó a bajar las piernas para abandonar la cama. Una vez de pie, camino hasta el pequeño escritorio que había junto a su lecho. Retiró la silla de madera y se sentó frente a la tabla vacía de madera, abrió un cajón y sacó un sobre de color marfil ya abierto. Sacó una hoja cuidadosamente doblada de su interior y la extendió frente a ella, sobre la superficie de su mesa, tan sólo iluminada por la tenue luz de la Luna Llena que presidía aquella noche en Uzushigakure
Como cada noche, releyó la carta que había recibido una semana atrás. Siempre lo hacía y durante un instante sentía un intenso deseo por responder, pero luego se iba desvaneciendo lentamente entre las sombras de la noche.
Eran tantas cosas las que deseaba decir que no sabía ni siquiera por donde empezar, todo lo que había visto, todo lo que había vivido, todo lo que había sentido ese día... todo aquello había supuesto tal mazazo que le resultaba difícil incluso expresarlo.
La primera semana no paró de llorar ni un solo instante, encerrada en su habitación, sencillamente era incapaz de soportar los recuerdos. La segunda semana se la paso martirizándose, además fue cuando empezaron las pesadillas. Cada noche un horror nuevo se presentaba en su dormitorio, recórdandole lo ocurrido o mostrándole lo que podría ocurrir, en cada sueño intentaba evitarlo con todas sus fuerzas pero nunca podía. Se sentía inútil y en el fondo sabía que era verdad.
Tras tres semanas, lo que sentía era una mezcla de todo lo anterior: Tristeza, desprecio contra sí... y ganas de morir.
Como cada noche, una vez más, devolvió la carta a su sobre y esté a la oscuridad del cajón para después dejarse caer sobre el escritorio, apoyándose sobre ambos brazos.
—Lo siento...—
La joven peliblanca se incorporó de un salto en la cama, el corazón parecía que iba a salirsele por la boca, apenas podía parar de jadear. Cubrió con su mano derecha su rostro y lo notó totalmente cubierto de sudor, con un movimiento ascendente se retiró los cabellos que se habían pegado contra sus suaves facciones antes de dejarse caer de nuevo sobre la almohada
"Otra vez..." poco a poco comenzaba a dominar su respiración "... pesadillas..." desde que había vuelto del Torneo de los Dojos, no había podido volver a dormir una noche de un tirón "pesadillas..." apoyó su brazo derecho sobre su cabeza, cubriendose los ojos "¿qué me ocurre?" bajo lentamente su brazo hasta el borde de las sábanas y la retiró de un tirón.
Se incorporó hasta quedar sentada de nuevo, pero esta vez comenzó a bajar las piernas para abandonar la cama. Una vez de pie, camino hasta el pequeño escritorio que había junto a su lecho. Retiró la silla de madera y se sentó frente a la tabla vacía de madera, abrió un cajón y sacó un sobre de color marfil ya abierto. Sacó una hoja cuidadosamente doblada de su interior y la extendió frente a ella, sobre la superficie de su mesa, tan sólo iluminada por la tenue luz de la Luna Llena que presidía aquella noche en Uzushigakure
Añorada Mitsuki,
He recibido noticias sobre lo ocurrido, no han sido excesivamente detallados pero si lo suficiente como para saber que es un auténtico milagro que sigas viva. Agradezco a nuestro Señor que haya intervenido para salvarte.
Sé que ha debido de resultar duro todo lo que has vivido y por eso entiendo que no hayas escrito en estos últimos días, pero me gustaría pedirte que lo hicieses. Si de alguna forma puedo ayudarte, aunque tan sólo sea un bálsamo pasajero para tu dolor... por favor, permiteme hacerlo.
Aguardando noticias,
Hisami
He recibido noticias sobre lo ocurrido, no han sido excesivamente detallados pero si lo suficiente como para saber que es un auténtico milagro que sigas viva. Agradezco a nuestro Señor que haya intervenido para salvarte.
Sé que ha debido de resultar duro todo lo que has vivido y por eso entiendo que no hayas escrito en estos últimos días, pero me gustaría pedirte que lo hicieses. Si de alguna forma puedo ayudarte, aunque tan sólo sea un bálsamo pasajero para tu dolor... por favor, permiteme hacerlo.
Aguardando noticias,
Hisami
Como cada noche, releyó la carta que había recibido una semana atrás. Siempre lo hacía y durante un instante sentía un intenso deseo por responder, pero luego se iba desvaneciendo lentamente entre las sombras de la noche.
Eran tantas cosas las que deseaba decir que no sabía ni siquiera por donde empezar, todo lo que había visto, todo lo que había vivido, todo lo que había sentido ese día... todo aquello había supuesto tal mazazo que le resultaba difícil incluso expresarlo.
La primera semana no paró de llorar ni un solo instante, encerrada en su habitación, sencillamente era incapaz de soportar los recuerdos. La segunda semana se la paso martirizándose, además fue cuando empezaron las pesadillas. Cada noche un horror nuevo se presentaba en su dormitorio, recórdandole lo ocurrido o mostrándole lo que podría ocurrir, en cada sueño intentaba evitarlo con todas sus fuerzas pero nunca podía. Se sentía inútil y en el fondo sabía que era verdad.
Tras tres semanas, lo que sentía era una mezcla de todo lo anterior: Tristeza, desprecio contra sí... y ganas de morir.
Como cada noche, una vez más, devolvió la carta a su sobre y esté a la oscuridad del cajón para después dejarse caer sobre el escritorio, apoyándose sobre ambos brazos.
—Lo siento...—