1/07/2016, 20:59
Al principio el joven parecía algo sorprendido por el ofrecimiento del de rastas. Quizás después de como les había contestado antes, se esperaba que no se tratase de mas que de un borde que se dedica a mandar a todos a la mierda, pero ese no era Riko, aún después de todo lo que había sucedido sequía tratando de ser todo lo amable y cordial que podía, sobre todo con sus compañeros de Villa.
—Hm, cabreada…yo diría que sí, pero me has quitado un peso de encima— dijo y soltó una risilla. —Mi prima siempre anda estresada en estos días, y lo peor es hacer de su acompañante…mujeres— chasqueo la lengua y asintió conforme.
Riko se rió a la vez que su nuevo acompañante de meditaación.
— Bueno, hay que aguantar a la familia, ¿no? — Dijo el joven, denotando en la voz un poco de toda la tristeza que le inundaba. — Aunque te reconozco que a veces si es un coñazo.
En un momento dado, Hazegawa quedó mirando hacia el oceáno, y Riko, consciente de que esos momentos son los mejores para pensar, prefirió no molestarle, esperar a que fuera él quien rompiera el silencio, algo que no tardó demasiado en hacerse esperar.
—La verdad es que nunca te habia visto en la aldea, y no hace falta activar mi byakugan para ver que algo ocupa tu mente...— dijo y alzo la mirada hacia el cielo, este lugar era perfecto para hacer el vago, sin las interrupciones de sus congeneres, si no fuera porque hana se ha llevado consigo el monedero se habria hecho con algun dulce.
Vaya, al parecer el esconder sus emociones no era su punto fuerte y aquel joven al que apenas acababa de conocer se había percatado de que no estaba en sus plenas facultades de alegría.
— Bueno... Digamos que he pasado por un tiempo... Poco social de mi vida, quizás por eso no nos hayamos visto antes... — Sonrió el de rastas. — Bueno... Digamos que no me veo preparado para hablar de ello aún, y no te ofendas, pero nos acabamos de conocer, sería algo raro que te contara mis penas, ¿no?
Hacía mucho que Riko no entablaba una conversación con alguien ajeno a su casa, por lo que agradecía infinitamente que aquel muchacho se hubiera quedado allí a darle algo de lo que poder hablar.
— ¿Y que te trae por aquí, Haze? ¿Puedo llamarte Haze?
—Hm, cabreada…yo diría que sí, pero me has quitado un peso de encima— dijo y soltó una risilla. —Mi prima siempre anda estresada en estos días, y lo peor es hacer de su acompañante…mujeres— chasqueo la lengua y asintió conforme.
Riko se rió a la vez que su nuevo acompañante de meditaación.
— Bueno, hay que aguantar a la familia, ¿no? — Dijo el joven, denotando en la voz un poco de toda la tristeza que le inundaba. — Aunque te reconozco que a veces si es un coñazo.
En un momento dado, Hazegawa quedó mirando hacia el oceáno, y Riko, consciente de que esos momentos son los mejores para pensar, prefirió no molestarle, esperar a que fuera él quien rompiera el silencio, algo que no tardó demasiado en hacerse esperar.
—La verdad es que nunca te habia visto en la aldea, y no hace falta activar mi byakugan para ver que algo ocupa tu mente...— dijo y alzo la mirada hacia el cielo, este lugar era perfecto para hacer el vago, sin las interrupciones de sus congeneres, si no fuera porque hana se ha llevado consigo el monedero se habria hecho con algun dulce.
Vaya, al parecer el esconder sus emociones no era su punto fuerte y aquel joven al que apenas acababa de conocer se había percatado de que no estaba en sus plenas facultades de alegría.
— Bueno... Digamos que he pasado por un tiempo... Poco social de mi vida, quizás por eso no nos hayamos visto antes... — Sonrió el de rastas. — Bueno... Digamos que no me veo preparado para hablar de ello aún, y no te ofendas, pero nos acabamos de conocer, sería algo raro que te contara mis penas, ¿no?
Hacía mucho que Riko no entablaba una conversación con alguien ajeno a su casa, por lo que agradecía infinitamente que aquel muchacho se hubiera quedado allí a darle algo de lo que poder hablar.
— ¿Y que te trae por aquí, Haze? ¿Puedo llamarte Haze?
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»