2/07/2016, 00:24
Afortunadamente, Juro escuchó sus gritos y no tardó ni dos segundos en comprender el mensaje que estaba intentando lanzarle. Abandonando al niño y a su madre, se apresuró a correr hasta la posición de Ayame.
—¡Mira, mira! ¡He conseguido encontrarl...! —exclamó entusiasmada, pero se detuvo bruscamente y se llevó el puño a la garganta para aclararse la voz. Por la emoción, había olvidado la posición en la que se encontraba y el papel de samurai recto que le había tocado interpretar—. Vamos, será mejor que salgamos de aquí y terminemos con esto cuanto antes...
Le hizo una seña a su compañero y se apresuró a dirigirse hacia la misma puerta por la que habían entrado. Sin embargo, al cabo de algunos segundos se dio cuenta de algo...
—Espera, Juro —Invitó a su acompañante a detenerse con un gesto de su mano. Entonces, tras mirar a su alrededor para asegurarse de que la mayoría de las personas habían abandonado ya la arena y nadie estaba mirando, volvió a entrelazar las manos en una serie de sellos.
Tal y como había ocurrido varios largos minutos atrás, una nube de humo la envolvió. El samurai se había transformado en una mujer de unos treinta años, alta y de cabellos rubios que caían ondulantes sobre sus hombros.
—Nos dejaron pasar porque supuestamente estábamos buscando a "tus padres" —le explicó a Juro, esbozando una sonrisa apurada y abrazando el osito contra sí—. Habría sido raro que volviéramos sin más...
»Por cierto, ¿qué estabas haciendo con el niño de antes? Parecía que estabais discutiendo...
—¡Mira, mira! ¡He conseguido encontrarl...! —exclamó entusiasmada, pero se detuvo bruscamente y se llevó el puño a la garganta para aclararse la voz. Por la emoción, había olvidado la posición en la que se encontraba y el papel de samurai recto que le había tocado interpretar—. Vamos, será mejor que salgamos de aquí y terminemos con esto cuanto antes...
Le hizo una seña a su compañero y se apresuró a dirigirse hacia la misma puerta por la que habían entrado. Sin embargo, al cabo de algunos segundos se dio cuenta de algo...
—Espera, Juro —Invitó a su acompañante a detenerse con un gesto de su mano. Entonces, tras mirar a su alrededor para asegurarse de que la mayoría de las personas habían abandonado ya la arena y nadie estaba mirando, volvió a entrelazar las manos en una serie de sellos.
Tal y como había ocurrido varios largos minutos atrás, una nube de humo la envolvió. El samurai se había transformado en una mujer de unos treinta años, alta y de cabellos rubios que caían ondulantes sobre sus hombros.
—Nos dejaron pasar porque supuestamente estábamos buscando a "tus padres" —le explicó a Juro, esbozando una sonrisa apurada y abrazando el osito contra sí—. Habría sido raro que volviéramos sin más...
»Por cierto, ¿qué estabas haciendo con el niño de antes? Parecía que estabais discutiendo...