4/07/2016, 00:01
«Al fin.» No pasó mucho tiempo hasta que llegaron a la calle de los cerezos, donde deberían de continuar con su misión. Encontrarla no parecía ser la gran cosa, pero resultaba ser un pequeño logro en el camino que conducía concluir su cometido.
El joven de cabellos blancos se limitó a caminar por la acera mientras observaba la calle. No poseía nada que resaltará mucho, de hecho era prácticamente igual al primer vecindario que había visitado.
—Vamos a la que está más cerca, tampoco creo que importe mucho el orden. —Razonó Juro.
Enrollo el mapa que les había salvado y procedió a seguir a su compañero en busca de la casa objetivo. Encontrarla no fue difícil, gracias a un par de grafitis negros que adornaban una de sus paredes. En esta ocasión se trataba de lo que parecían ser dos tumbas, una grande y una pequeña. «Comienzo a preguntarme si estos dibujos tendrán algún significado.» A manera de epitafio, en una las lápidas había una especie de insulto que probablemente iba dirigido a la dueña de la casa. Quizás, y solo quizás, puede que hubiese una especie de conexión entre los dueños de la casas y el por qué los estaban atacando con grafitis.
—¿Por qué? —Unos gritos terriblemente familiares hicieron que dirigiera su atención hacia la entrada.
Ahí en la puerta se encontraba aquella señora con complejo de detective, lanzando insultos y provocando un escándalo. La gente de los alrededores apartaba la vista y se metía en sus hogares, como si de esa manera aquella demente fuera a desaparecer más rápido.
—¿Saben? —les dijo, calmada y lentamente, a sus compañeros en cuanto la vio—, creo que esta señora nos va a seguir ocasionando problemas si no hacemos algo al respecto.
»Somos ninjas en plena facultades y autoridad, ¿sería posible ponerla bajo custodia? Ya saben, bajo sospecha de intentar interferir con una misión oficial o algo por el estilo… De todos modos la señora de la casa estaba por llamar a seguridad, así que tendríamos motivos de sobra para hacerlo.
»¡Cielos! Creo que me ha escuchado. —Fue lo que dedujo al verla salir corriendo.
El joven de cabellos blancos se limitó a caminar por la acera mientras observaba la calle. No poseía nada que resaltará mucho, de hecho era prácticamente igual al primer vecindario que había visitado.
—Vamos a la que está más cerca, tampoco creo que importe mucho el orden. —Razonó Juro.
Enrollo el mapa que les había salvado y procedió a seguir a su compañero en busca de la casa objetivo. Encontrarla no fue difícil, gracias a un par de grafitis negros que adornaban una de sus paredes. En esta ocasión se trataba de lo que parecían ser dos tumbas, una grande y una pequeña. «Comienzo a preguntarme si estos dibujos tendrán algún significado.» A manera de epitafio, en una las lápidas había una especie de insulto que probablemente iba dirigido a la dueña de la casa. Quizás, y solo quizás, puede que hubiese una especie de conexión entre los dueños de la casas y el por qué los estaban atacando con grafitis.
—¿Por qué? —Unos gritos terriblemente familiares hicieron que dirigiera su atención hacia la entrada.
Ahí en la puerta se encontraba aquella señora con complejo de detective, lanzando insultos y provocando un escándalo. La gente de los alrededores apartaba la vista y se metía en sus hogares, como si de esa manera aquella demente fuera a desaparecer más rápido.
—¿Saben? —les dijo, calmada y lentamente, a sus compañeros en cuanto la vio—, creo que esta señora nos va a seguir ocasionando problemas si no hacemos algo al respecto.
»Somos ninjas en plena facultades y autoridad, ¿sería posible ponerla bajo custodia? Ya saben, bajo sospecha de intentar interferir con una misión oficial o algo por el estilo… De todos modos la señora de la casa estaba por llamar a seguridad, así que tendríamos motivos de sobra para hacerlo.
»¡Cielos! Creo que me ha escuchado. —Fue lo que dedujo al verla salir corriendo.