5/07/2016, 23:45
Con desesperación, comprobo que Ayame estaba totalmente en lo cierto. Ya no había rastro de aquella niña tan irritante que les había encargado su misión. ¿Habían hecho mal? ¿Habían tardado mucho?
Suspiró. Ahora nunca lo sabrían, de eso estaba seguro.
"Tanto para nada..."
— Entonces solo podemos...
Pero nunca pudo terminar la frase. Antes de que articulase sus últimas palabras, alguien apareció. Un hombre adulto que no conocía de nada, mucho más alto e intimidante que él
—¡¿Se puede saber dónde cojones estabas?! —El hombre se dirigía hacia Ayame. Por alguna razón, Juro dedujo instantaneamente que debía ser el padre que ella mencionó antes. Solo un padre hablaría así a una chiquilla—. ¡Los combates han terminado hace una hora! ¿Dónde te habías metido, niña?
Ayame abrió la boca... para luego cerrarla, acobardada. Juro se achantó, deduciendo que parecía ser mejor mantener la boca cerrada en estos casos. Sin embargo, la mirada de aquel hombre se posó en él.
"Si las miradas pudieran matar..."
Pero ese hombre no necesitaba la mirada. Juro tuvo la sensación que podría hacerlo. Podría matarlo ahí mismo y nadie se opondría a él. Tuvo un escalofrío.
— N-No es culpa suya, señor... — su voz tembló un poco, sin saber que decir. ¡Maldita sea, tenía que hablar Ayame, no él! — Nos encontramos por casualidad... y... una niña nos distrajo por el camino cuando ibamos a reunirnos con nuestros familiares. Estaba llorando, y no encontraba su osito...
"No le cuentes todo. No le cuentes todo..." — su mente le susurró una ligera advertencia. El hombre había visto el osito, no podía mentirle en eso. Pero si en la parte ilegal de sus actos.
— Así que nos ablandamos un poco. Al final lo encontramos, pero nos costó mucho. Se nos paso el rato volando... — comentó, con una sonrisa forzada. Muy forzada. Después, se vio obligado a agachar su cabeza — Lo siento...
— ¡JURO!
Al que le tocó sobresaltarse fue a él, cuando escuchó claramente el grito de su hermana.
Había poca gente. Y se había puesto a gritar con un osito en la mano. La verdad es que habían sido idiotas si no se les había ocurrido que llamarían la atención de todo el mundo. En ese momento, no había pensando en eso, pero...
— ¿Sabes cuando llevo esperando?
Ella no le dio tiempo a dar una explicación, ni fue tan compasiva. Le dio un golpe en la coronilla, provocando que aullase de dolor, mientras se llevaba las manos al golpe, en un gesto lastimoso.
Suspiró. Ahora nunca lo sabrían, de eso estaba seguro.
"Tanto para nada..."
— Entonces solo podemos...
Pero nunca pudo terminar la frase. Antes de que articulase sus últimas palabras, alguien apareció. Un hombre adulto que no conocía de nada, mucho más alto e intimidante que él
—¡¿Se puede saber dónde cojones estabas?! —El hombre se dirigía hacia Ayame. Por alguna razón, Juro dedujo instantaneamente que debía ser el padre que ella mencionó antes. Solo un padre hablaría así a una chiquilla—. ¡Los combates han terminado hace una hora! ¿Dónde te habías metido, niña?
Ayame abrió la boca... para luego cerrarla, acobardada. Juro se achantó, deduciendo que parecía ser mejor mantener la boca cerrada en estos casos. Sin embargo, la mirada de aquel hombre se posó en él.
"Si las miradas pudieran matar..."
Pero ese hombre no necesitaba la mirada. Juro tuvo la sensación que podría hacerlo. Podría matarlo ahí mismo y nadie se opondría a él. Tuvo un escalofrío.
— N-No es culpa suya, señor... — su voz tembló un poco, sin saber que decir. ¡Maldita sea, tenía que hablar Ayame, no él! — Nos encontramos por casualidad... y... una niña nos distrajo por el camino cuando ibamos a reunirnos con nuestros familiares. Estaba llorando, y no encontraba su osito...
"No le cuentes todo. No le cuentes todo..." — su mente le susurró una ligera advertencia. El hombre había visto el osito, no podía mentirle en eso. Pero si en la parte ilegal de sus actos.
— Así que nos ablandamos un poco. Al final lo encontramos, pero nos costó mucho. Se nos paso el rato volando... — comentó, con una sonrisa forzada. Muy forzada. Después, se vio obligado a agachar su cabeza — Lo siento...
— ¡JURO!
Al que le tocó sobresaltarse fue a él, cuando escuchó claramente el grito de su hermana.
Había poca gente. Y se había puesto a gritar con un osito en la mano. La verdad es que habían sido idiotas si no se les había ocurrido que llamarían la atención de todo el mundo. En ese momento, no había pensando en eso, pero...
— ¿Sabes cuando llevo esperando?
Ella no le dio tiempo a dar una explicación, ni fue tan compasiva. Le dio un golpe en la coronilla, provocando que aullase de dolor, mientras se llevaba las manos al golpe, en un gesto lastimoso.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60