6/07/2016, 04:38
—Tendremos que avisar a la dueña también, para que no se altere aún más —no lo dijo a nadie en particular, solo informó de lo que creía más conveniente—. Espero que esta vez salga mejor...
—Tienes razón… —concedió Kazuma al ver un ligero movimiento en las ventanas—. Dejen que sea yo quien hable con ella sobre el asunto de limpiar.
No era que tuviera intenciones de escaparse de parte del trabajo al quedarse conversando, sino que lo hacía por el bien de la misión; El reciente incidente parecía haber dejado bastante alterada a la pobre anciana, por lo que haría falta alguien con tacto y con buena capacidad de comunicación. Aquellos requisitos mínimos dejaban fuera de opción a sus dos compañeros, así que debía ser él quien se encargará de la parte diplomática del asunto.
El joven de cabello blanco se acercó a la entrada de la casa. Una vez ahí se detuvo a observar un poco los alrededores, en busca de algo que pudiera darle una pista sobre la personalidad de quien allí residía.
«No hay nada resaltante.» Se veía como un lugar común y corriente. Un poco apagado para como solían ser las casas en aquel sitio.
—Buenos días —dio tres suaves golpes en la puerta—. Soy del grupo de shinobis encargados de limpiar la fachada de la casa.
—Tienes razón… —concedió Kazuma al ver un ligero movimiento en las ventanas—. Dejen que sea yo quien hable con ella sobre el asunto de limpiar.
No era que tuviera intenciones de escaparse de parte del trabajo al quedarse conversando, sino que lo hacía por el bien de la misión; El reciente incidente parecía haber dejado bastante alterada a la pobre anciana, por lo que haría falta alguien con tacto y con buena capacidad de comunicación. Aquellos requisitos mínimos dejaban fuera de opción a sus dos compañeros, así que debía ser él quien se encargará de la parte diplomática del asunto.
El joven de cabello blanco se acercó a la entrada de la casa. Una vez ahí se detuvo a observar un poco los alrededores, en busca de algo que pudiera darle una pista sobre la personalidad de quien allí residía.
«No hay nada resaltante.» Se veía como un lugar común y corriente. Un poco apagado para como solían ser las casas en aquel sitio.
—Buenos días —dio tres suaves golpes en la puerta—. Soy del grupo de shinobis encargados de limpiar la fachada de la casa.