6/07/2016, 20:10
Sobresaltado, el chico se dio la vuelta como un resorte al escucharla. Ayame ya sabía que era él, había sido imposible que no le reconociera pese a que no se habían visto desde hacía varios meses. Pero aún así su corazón le dio un vuelco cuando sus ojos se encontraron.
Y solo en ese momento se dio cuenta de lo que le había echado de menos...
Pero antes de que pudiera siquiera pensar en qué debería hacer a continuación, Daruu se le adelantó y la envolvió con un cálido abrazo en mitad de la fría lluvia.
—Daruu... —balbuceó, con un incipiente nudo en el pecho. Y alzó sus propios brazos, temblorosos, para agarrarse a él. Y los brazos de Daruu se estrecharon en torno a ella. Se sentía inmensamente feliz, y al mismo tiempo tenía ganas de llorar. ¿Qué era aquella sensación tan extraña?
—¡Ayame! Ay, madre... ¡No esperaba verte aquí! Qué... —Daruu se separó de ella, y pareció dudar durante unos instantes—. Qué guapa estás, Ayame.
Ella se sonrojó de manera instantánea. Y su primera reacción fue agachar la cabeza y asegurarse de que la bandana estaba firmemente atada en su frente.
—G... gracias... tú... t... —se mordió el labio inferior. Sentía como si le hubiesen prendido el rostro con una antorcha.
Por suerte, Daruu se había puesto a hablar atropelladamente, por lo que no tuvo que terminar la frase:
—Llevo mucho tiempo pensando en lo que pasó. Lo siento. Te has debido sentir abandonada, sobretodo después... después del beso —Ayame apartó la mirada, incapaz de desmentir aquella frase y al mismo tiempo tremendamente avergonzada—. No sabes lo mucho que me he arrepentido de dudar. De no poder decirte un "espérame". Yo... de verdad me gustó. No quería irme, pero a Seremaru y a mi madre les pareció adecuado que partiera cuanto antes...
—Y... yo... —Se mordió el labio inferior, odiándose a sí misma por sentirse de repente tan niña. Para colmo volvía a balbucear. Volvía a tener aquella opresiva sensación en el pecho. Felicidad y tristeza al mismo tiempo se agolpaban en su pecho. Quería llorar, quería reír, quería golpearle, quería...
—No sé si querrás saber nada de aquello después de todo lo que ha pasado... de todo el tiempo que ha pasado. Pero Seremaru me dijo que si de verdad sentía algo debía luchar por ello. Con cuidado. Pero no intentar ignorarlo. Bueno, dice muchas cosas y a veces se equivoca pero yo creo que otras muchas veces es muy sabio y... y...
Nunca le había escuchado hablar tan rápido, casi le era imposible seguir sus palabras. Nunca le había visto gesticular tan rápido.
—P... ¿Por qué no me escribiste siquiera? Yo... creía que... después de lo que pasó en el Torneo... yo...
Se abrazó a sí misma, incapaz de retener las lágrimas por más tiempo. Lágrimas de alegría, lágrimas de tristeza, lágrimas de alivio, lágrimas de rabia...
Y solo en ese momento se dio cuenta de lo que le había echado de menos...
Pero antes de que pudiera siquiera pensar en qué debería hacer a continuación, Daruu se le adelantó y la envolvió con un cálido abrazo en mitad de la fría lluvia.
—Daruu... —balbuceó, con un incipiente nudo en el pecho. Y alzó sus propios brazos, temblorosos, para agarrarse a él. Y los brazos de Daruu se estrecharon en torno a ella. Se sentía inmensamente feliz, y al mismo tiempo tenía ganas de llorar. ¿Qué era aquella sensación tan extraña?
—¡Ayame! Ay, madre... ¡No esperaba verte aquí! Qué... —Daruu se separó de ella, y pareció dudar durante unos instantes—. Qué guapa estás, Ayame.
Ella se sonrojó de manera instantánea. Y su primera reacción fue agachar la cabeza y asegurarse de que la bandana estaba firmemente atada en su frente.
—G... gracias... tú... t... —se mordió el labio inferior. Sentía como si le hubiesen prendido el rostro con una antorcha.
Por suerte, Daruu se había puesto a hablar atropelladamente, por lo que no tuvo que terminar la frase:
—Llevo mucho tiempo pensando en lo que pasó. Lo siento. Te has debido sentir abandonada, sobretodo después... después del beso —Ayame apartó la mirada, incapaz de desmentir aquella frase y al mismo tiempo tremendamente avergonzada—. No sabes lo mucho que me he arrepentido de dudar. De no poder decirte un "espérame". Yo... de verdad me gustó. No quería irme, pero a Seremaru y a mi madre les pareció adecuado que partiera cuanto antes...
—Y... yo... —Se mordió el labio inferior, odiándose a sí misma por sentirse de repente tan niña. Para colmo volvía a balbucear. Volvía a tener aquella opresiva sensación en el pecho. Felicidad y tristeza al mismo tiempo se agolpaban en su pecho. Quería llorar, quería reír, quería golpearle, quería...
—No sé si querrás saber nada de aquello después de todo lo que ha pasado... de todo el tiempo que ha pasado. Pero Seremaru me dijo que si de verdad sentía algo debía luchar por ello. Con cuidado. Pero no intentar ignorarlo. Bueno, dice muchas cosas y a veces se equivoca pero yo creo que otras muchas veces es muy sabio y... y...
Nunca le había escuchado hablar tan rápido, casi le era imposible seguir sus palabras. Nunca le había visto gesticular tan rápido.
—P... ¿Por qué no me escribiste siquiera? Yo... creía que... después de lo que pasó en el Torneo... yo...
Se abrazó a sí misma, incapaz de retener las lágrimas por más tiempo. Lágrimas de alegría, lágrimas de tristeza, lágrimas de alivio, lágrimas de rabia...