7/07/2016, 17:01
—Mi nombre es Ishimura Kazuma —respondió con voz amable—. Vengo a conversar sobre el asunto de limpiar el grafiti en la pared.
Se escuchó unos momentos de silencio, donde nada se movió. Excepto el visillo, claro. La mirilla se mantuvo estática, tan descaradamente, que hasta Kazuma podría sentir que le observaban. Al final, terminó por romper el silencio.
—¿Ishimura? — comentó, con voz confusa — He escuchas cosas, cosas horribles. De un hombre con ese apellido teniendo relaciones extramatrimoniales con una prostituta. De mansiones quemadas. De un apellido maldito por los crímenes y la codicia y de multiples violaciones y asesinatos a su nombre. Gente de un apellido tan sucio que nunca entraría en una casa como la mia...
» Pero eso pertenece al apellido Ishimaru. Del tuyo no se nada. Entra entra. Te diré lo que quieras siempre que me cuentes algo interesante.
Tan simple como fácil. La puerta se abrió revelando a una ancianita de edad avanzada. Andaba con una pequeña chepa con pocas fuerzas. Su pelo estaba negro y arrugado como un estropajo, y de hecho, su rostro estaba bastante marcado por la vejez. Su delgadez la hacía parecer el palo que le faltaba al estropajo. Si no fuera por la joroba, sería la perfecta herramienta de limpieza.
Si Kazuma cumplía lo dicho, ambos entrarían en la casa y la anciana cerraría la vieja puerta de madera. Esta le conduciría por un pequeño pasillo hasta llegar a un gran salon, con las paredes blancas desgastadas y un par de muebles igual de malos. La anciana se sentaría en un gran sofa verde, dejando a Kazuma una pequeña silla de madera cercana.
Por otro lado, Nabi y Juro seguirian limpiando. Podrían escuchar lo que ocurría alrededor. Era Kazuma el que tenía la opción ahora de recabar la información mientras limpiaban, o no hacerlo. Parecía haberse ganado la confianza de la mujer...
Se escuchó unos momentos de silencio, donde nada se movió. Excepto el visillo, claro. La mirilla se mantuvo estática, tan descaradamente, que hasta Kazuma podría sentir que le observaban. Al final, terminó por romper el silencio.
—¿Ishimura? — comentó, con voz confusa — He escuchas cosas, cosas horribles. De un hombre con ese apellido teniendo relaciones extramatrimoniales con una prostituta. De mansiones quemadas. De un apellido maldito por los crímenes y la codicia y de multiples violaciones y asesinatos a su nombre. Gente de un apellido tan sucio que nunca entraría en una casa como la mia...
» Pero eso pertenece al apellido Ishimaru. Del tuyo no se nada. Entra entra. Te diré lo que quieras siempre que me cuentes algo interesante.
Tan simple como fácil. La puerta se abrió revelando a una ancianita de edad avanzada. Andaba con una pequeña chepa con pocas fuerzas. Su pelo estaba negro y arrugado como un estropajo, y de hecho, su rostro estaba bastante marcado por la vejez. Su delgadez la hacía parecer el palo que le faltaba al estropajo. Si no fuera por la joroba, sería la perfecta herramienta de limpieza.
Si Kazuma cumplía lo dicho, ambos entrarían en la casa y la anciana cerraría la vieja puerta de madera. Esta le conduciría por un pequeño pasillo hasta llegar a un gran salon, con las paredes blancas desgastadas y un par de muebles igual de malos. La anciana se sentaría en un gran sofa verde, dejando a Kazuma una pequeña silla de madera cercana.
Por otro lado, Nabi y Juro seguirian limpiando. Podrían escuchar lo que ocurría alrededor. Era Kazuma el que tenía la opción ahora de recabar la información mientras limpiaban, o no hacerlo. Parecía haberse ganado la confianza de la mujer...
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60