10/07/2016, 22:42
En mitad del fragor de la batalla, la chica subastó el tiempo con tal de una tregua. El mejor postor no fue barato, pero si que ofreció lo deseado; una delicada y frágil tregua que daba descanso a tan cruel baño de sangre. Obviamente todo ésto metafóricamente. La única sangre derramada era el azúcar de los postres, y la batalla no era mas que contra éstos, las armas dos simples y pequeñas cucharas. Lejos de herir a alguien con tan rotundas armas, a lo sumo podían dejarle un pequeño hematoma.
Mogura contestó con algo de indiferencia, en un principio no tenía nada en especial en su cabeza. Tenía prioridad de comprar algo que le refugiase del agua, algo tradicional y sencillo. Tampoco es que fuese algo raro, si no mas bien justo todo lo contrario. El chico buscaba un útil de diario, con el que aguantar esa tan constante amenaza; la lluvia. Detalle que no pudo pasar por alto fue la idea de un lanzador de agujas de metal en el mismo paraguas. Sonaba.... autentico, una increíble arma escondida.
La chica se torció un poco, dejando caer su peso sobre su brazo desocupado mientras daba pequeños circulitos a la crema de caramelo que rondaba el fondo de su plato. —Bueno... ¿Y por qué no tomas un paraguas de esos? Te vendría muy bien dado que tu afinidad elemental es el viento... ¿No lo habías pensado? Tienes un abanico enorme de posibilidades si combinas esos dos elementos.
Volvió a dar una cucharada, y continuó con la batalla. Saboreó el dulce flan mientras miraba a Mogura, pensando cómo podía continuar la charla sin que pareciese algo forzado. Tampoco quería parecer desesperada por combatir el silencio... ya demasiadas batallas habían en ésta guerra.
—Para mi es mas fácil, me basta con solo escupir fuego. Pero a ti puede interesarte ese valor estratégico...— Si, así era, el valor estratégico era la excusa perfecta para sacarle alguna palabra mas.
Mogura contestó con algo de indiferencia, en un principio no tenía nada en especial en su cabeza. Tenía prioridad de comprar algo que le refugiase del agua, algo tradicional y sencillo. Tampoco es que fuese algo raro, si no mas bien justo todo lo contrario. El chico buscaba un útil de diario, con el que aguantar esa tan constante amenaza; la lluvia. Detalle que no pudo pasar por alto fue la idea de un lanzador de agujas de metal en el mismo paraguas. Sonaba.... autentico, una increíble arma escondida.
La chica se torció un poco, dejando caer su peso sobre su brazo desocupado mientras daba pequeños circulitos a la crema de caramelo que rondaba el fondo de su plato. —Bueno... ¿Y por qué no tomas un paraguas de esos? Te vendría muy bien dado que tu afinidad elemental es el viento... ¿No lo habías pensado? Tienes un abanico enorme de posibilidades si combinas esos dos elementos.
Volvió a dar una cucharada, y continuó con la batalla. Saboreó el dulce flan mientras miraba a Mogura, pensando cómo podía continuar la charla sin que pareciese algo forzado. Tampoco quería parecer desesperada por combatir el silencio... ya demasiadas batallas habían en ésta guerra.
—Para mi es mas fácil, me basta con solo escupir fuego. Pero a ti puede interesarte ese valor estratégico...— Si, así era, el valor estratégico era la excusa perfecta para sacarle alguna palabra mas.