18/07/2016, 23:28
Los otros dos jóvenes que había allí eran muy distintos, por una parte un chico parecido a él, salvo por la piel, blanquecina en exceso para Kondor y unos ojos igual de blancos carentes de pupila. Aquel detalle extrañó al salvaje, pero desde que había conocido a la civilización, no dejaba de sorprenderse.
El otro chico era bastante más voluminoso que sus otros compañeros. Llevaba uno de esos curiosos alambres con cristales que lucían una pequeña parte de los aldeanos, en este caso su profesora. Kondor se preguntó si toda aquella masa que poseía el chico gordo era representación física de su fuerza. El joven había aprendido a no subestimar a sus contendientes, sobre todo si eran el doble de grandes que él.
Observó detenidamente como se presentaban cada uno de ellos, le serviría para aprender. Kondor siempre hablaba poco, le parecía una perdida de tiempo adornar lo que tenía que decir. Además no se le daba del todo bien hablar el idioma de la civilización.
El chico de ojos blancos se presentó como Hazegawa y manifestó su sueño: liderar su clan. Kondor sabía que un clan era como una manada grande, una "familia" como lo llamaban los humanos. Era un sueño noble, proteger la manada es algo básico en la naturaleza. El otro chico vaciló un poco a la hora de responder y se puso nervioso. Kondor no lo notó por la situación, si no por su lenguaje corporal. Su sueño, aparte de alimentarse, algo en lo que el salvaje estaba de acuerdo en que era vital; era ser un ninja igual que su padre.
El indómito joven sintió pena por si mismo. Los sueños de sus compañeros tenían un fundamento y una razón de ser. Kondor no sabía cual era su sueño. ¿A dónde iba? ¿De dónde venía? No conocía las respuestas y aquello le hacía sentir vacío.
Quizá... quizá ese sea mi sueño -pensó el chico. Pero plasmarlo con palabras iba a ser un problema. Rápidamente, Kondor pensó en palabras similares a las ideas que tenía en la cabeza. Era consciente de que había pasado un largo silencio desde que la profesora le había pedido que participara. Los silencios no parecían estar bien vistos en la sociedad, así que se apresuró:
- Yo... Konnnndoriano -dijo mientras se palmeaba el pecho con la mano izquierda- Sueño serrrr... Buskar ennn pasado, tennnner futuro
Tras unos segundos de silencio, Kondor creyó oportuno aclarar sus origenes, y antes de que nadie pudiera decir nada, añadió:
- Yo nnnacer ennn desierto. Konocerrr humannnos poko... Padressss tampoko.
El otro chico era bastante más voluminoso que sus otros compañeros. Llevaba uno de esos curiosos alambres con cristales que lucían una pequeña parte de los aldeanos, en este caso su profesora. Kondor se preguntó si toda aquella masa que poseía el chico gordo era representación física de su fuerza. El joven había aprendido a no subestimar a sus contendientes, sobre todo si eran el doble de grandes que él.
Observó detenidamente como se presentaban cada uno de ellos, le serviría para aprender. Kondor siempre hablaba poco, le parecía una perdida de tiempo adornar lo que tenía que decir. Además no se le daba del todo bien hablar el idioma de la civilización.
El chico de ojos blancos se presentó como Hazegawa y manifestó su sueño: liderar su clan. Kondor sabía que un clan era como una manada grande, una "familia" como lo llamaban los humanos. Era un sueño noble, proteger la manada es algo básico en la naturaleza. El otro chico vaciló un poco a la hora de responder y se puso nervioso. Kondor no lo notó por la situación, si no por su lenguaje corporal. Su sueño, aparte de alimentarse, algo en lo que el salvaje estaba de acuerdo en que era vital; era ser un ninja igual que su padre.
El indómito joven sintió pena por si mismo. Los sueños de sus compañeros tenían un fundamento y una razón de ser. Kondor no sabía cual era su sueño. ¿A dónde iba? ¿De dónde venía? No conocía las respuestas y aquello le hacía sentir vacío.
Quizá... quizá ese sea mi sueño -pensó el chico. Pero plasmarlo con palabras iba a ser un problema. Rápidamente, Kondor pensó en palabras similares a las ideas que tenía en la cabeza. Era consciente de que había pasado un largo silencio desde que la profesora le había pedido que participara. Los silencios no parecían estar bien vistos en la sociedad, así que se apresuró:
- Yo... Konnnndoriano -dijo mientras se palmeaba el pecho con la mano izquierda- Sueño serrrr... Buskar ennn pasado, tennnner futuro
Tras unos segundos de silencio, Kondor creyó oportuno aclarar sus origenes, y antes de que nadie pudiera decir nada, añadió:
- Yo nnnacer ennn desierto. Konocerrr humannnos poko... Padressss tampoko.