20/07/2016, 14:27
El maltratador de animales y Uchiha levantó al pobre e indefenso ave para protegerse del impacto que iba a recibir sobre su cabeza, haciendo que el bastón golpease a la gallina y que ésta gimiese de dolor y cerrase sus ojos. Eri soltó a su Ketsui y se cayó de rodillas. ¿Acababa de matar a un pobre animal? No, sus manos no podían estar llenas de sangre, ¡se negaba a pensar aquello! Mientras se llevaba ambas manos a la cara, se escuchó un sonido seco, procedente del animal inerte que Nabi había dejado caer a la suave arena.
— Oh dios mío, has matado a la pobre gallina. Eri, tienes que empezar a controlar tu agresividad, no puedes ir por ahí matando bichos y destrozando habitaciones. Ay, con lo calmada que era de joven. Que mal te ha sentado envejecer.
La vena de su frente volvió a hincharte, y un tic nervioso en su ojo izquierdo se instauró en ella. ¿Cómo? ¿Controlar su agresividad? ¿Matar bichos? ¿Destrozar habitaciones? ¿Joven? ¿Envejecer? No podía con toda esa sarta de estupideces. Suspiró y contó hasta tres, luego hasta cinco. Recogió su bastón y lo dejó en su espalda, luego se levantó y se dirigió a tomar a la gallina entre sus brazos. Todo esto mientras Nabi hablaba, se lavaba las manos en el mar y justamente se disponía a atacar al inerte animal con un palo de origen desconocido.
— Pobres gallinas, deben de estar malditas. Bueno, ¿qué hacemos con esto? ¿Lo tiramos al mar? ¿Nos lo comemos? Solo sería quitarle las plumas, la cabeza, las patas y echarlo en el horno. Con eso tenemos para una cena que te cagas, te lo digo yo.
Eri frunció el ceño y tomó a la pequeña gallina entre sus brazos, luego hizo que un chakra verdoso emanase de ambas manos para curar al ave, que con suerte seguía teniendo respiración.
—Lo primero, la gallina no está muerta, solo inconsciente. — Recalcó, señalando con sus ojos verdosos al animal que reposaba en sus brazos. — Lo segundo, lo que pasa es que tiene que haber un gallinero cerca de las Costas, así que como buenos shinobi que somos, deberíamos devolver al animal a su hogar, y lo haré con o sin ti. — Tenía una cosa clara, y es que Nabi la sacaba de sus casillas, siendo Uchiha o siendo él mismo. —Y... — Prosiguió. —¡Yo no soy ninguna agresiva, y soy más joven que tú, así que guárdate tus comentarios para ti solo!
— Oh dios mío, has matado a la pobre gallina. Eri, tienes que empezar a controlar tu agresividad, no puedes ir por ahí matando bichos y destrozando habitaciones. Ay, con lo calmada que era de joven. Que mal te ha sentado envejecer.
La vena de su frente volvió a hincharte, y un tic nervioso en su ojo izquierdo se instauró en ella. ¿Cómo? ¿Controlar su agresividad? ¿Matar bichos? ¿Destrozar habitaciones? ¿Joven? ¿Envejecer? No podía con toda esa sarta de estupideces. Suspiró y contó hasta tres, luego hasta cinco. Recogió su bastón y lo dejó en su espalda, luego se levantó y se dirigió a tomar a la gallina entre sus brazos. Todo esto mientras Nabi hablaba, se lavaba las manos en el mar y justamente se disponía a atacar al inerte animal con un palo de origen desconocido.
— Pobres gallinas, deben de estar malditas. Bueno, ¿qué hacemos con esto? ¿Lo tiramos al mar? ¿Nos lo comemos? Solo sería quitarle las plumas, la cabeza, las patas y echarlo en el horno. Con eso tenemos para una cena que te cagas, te lo digo yo.
Eri frunció el ceño y tomó a la pequeña gallina entre sus brazos, luego hizo que un chakra verdoso emanase de ambas manos para curar al ave, que con suerte seguía teniendo respiración.
—Lo primero, la gallina no está muerta, solo inconsciente. — Recalcó, señalando con sus ojos verdosos al animal que reposaba en sus brazos. — Lo segundo, lo que pasa es que tiene que haber un gallinero cerca de las Costas, así que como buenos shinobi que somos, deberíamos devolver al animal a su hogar, y lo haré con o sin ti. — Tenía una cosa clara, y es que Nabi la sacaba de sus casillas, siendo Uchiha o siendo él mismo. —Y... — Prosiguió. —¡Yo no soy ninguna agresiva, y soy más joven que tú, así que guárdate tus comentarios para ti solo!