¿Hacía cuánto tiempo no entraba a ese lugar? Habían pasado meses sino años desde que el calvo se entrenaba diariamente bajo la mirada de su sensei. Como un pequeño con mirada inocente que aceptaba sin rechistar cada orden dada, como un pequeño que entrenaba a doble-turno solo para ver un futuro mejor. Un futuro que lo vería participar en un torneo... y perder en la primer ronda sin provocar ningún rasguño.
Su tiempo en las nevadas tierras del norte había concluido, tan solo unos días atrás había arribado a la gran ciudad y no podía perder tiempo sin entrenar. Necesitaba recordar sus orígenes, acordarse de su pasado para buscar su futuro con más ganas. Necesitaba volver a ver a los ojos a sus antiguos profesores, gente sabia que seguramente le podría dar algún consejo.
«Realmente recordaba todo más grande. Y más aterrador desde luego»
Dando vueltas por los diferentes pisos del edificio la nostalgia se iba apoderando de su cuerpo y su mirada melancólica recorría cada centímetro de pared. En ese salón había hecho su primer clon. Y en ese otro su primera discusión con un compañero. Y en ese otro su sensei le había dado una larga charla sobre lo diferente que era ser un shinobi en el mundo exterior a un monje en un templo.
Porque cuando era pequeño, cuando no existían los problemas, todo era más fácil. Sí, uno corría con la responsabilidad de entrenarse duramente todos los días. Tenía que cumplir las exigencias de su templo pero, así y todo, se vivía siempre con una sonrisa. Después de haber visto tanta sangre en aquel terrible día, esa felicidad era lo único que le recordaba que todavía hay niños que tienen que ser felices. Esos mismos niños que lo veían desde el salón de clases mientras el pasaba con la mirada pérdida. Niños que soñaban ser como él, un gennin, sin saber ni conocer los hechos que les podrían terminar ocurriendo. Como ver a un bijuu y cientos de personas asesinadas.
Pero después de todo, ¿Quién podía culparlos?
En uno de los pisos más altos, un gran balcón salía del edificio. Cruzando el ventanal, el cenobita se volvió a empapar de la interminable lluvia de Amegakure y se acercó al barandal. Apoyó sus brazos y miró el horizonte, como si buscase algún tipo de respuesta. Cerró los ojos y dio un largo suspiro.
Algún día...
Su tiempo en las nevadas tierras del norte había concluido, tan solo unos días atrás había arribado a la gran ciudad y no podía perder tiempo sin entrenar. Necesitaba recordar sus orígenes, acordarse de su pasado para buscar su futuro con más ganas. Necesitaba volver a ver a los ojos a sus antiguos profesores, gente sabia que seguramente le podría dar algún consejo.
«Realmente recordaba todo más grande. Y más aterrador desde luego»
Dando vueltas por los diferentes pisos del edificio la nostalgia se iba apoderando de su cuerpo y su mirada melancólica recorría cada centímetro de pared. En ese salón había hecho su primer clon. Y en ese otro su primera discusión con un compañero. Y en ese otro su sensei le había dado una larga charla sobre lo diferente que era ser un shinobi en el mundo exterior a un monje en un templo.
Porque cuando era pequeño, cuando no existían los problemas, todo era más fácil. Sí, uno corría con la responsabilidad de entrenarse duramente todos los días. Tenía que cumplir las exigencias de su templo pero, así y todo, se vivía siempre con una sonrisa. Después de haber visto tanta sangre en aquel terrible día, esa felicidad era lo único que le recordaba que todavía hay niños que tienen que ser felices. Esos mismos niños que lo veían desde el salón de clases mientras el pasaba con la mirada pérdida. Niños que soñaban ser como él, un gennin, sin saber ni conocer los hechos que les podrían terminar ocurriendo. Como ver a un bijuu y cientos de personas asesinadas.
Pero después de todo, ¿Quién podía culparlos?
En uno de los pisos más altos, un gran balcón salía del edificio. Cruzando el ventanal, el cenobita se volvió a empapar de la interminable lluvia de Amegakure y se acercó al barandal. Apoyó sus brazos y miró el horizonte, como si buscase algún tipo de respuesta. Cerró los ojos y dio un largo suspiro.
Algún día...
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘