30/07/2016, 18:40
—¡Pero bueno! ¡Estos no son los modales que te enseñaron en la academia, Nabi!
— ¡Pero qué modales! Si ya sabes que en las clases de biología siempre me ponía muy mal de la tripa e iba a entrenar para que se me pasara. Yo lo llamo biolofobia, tú puedes llamarlo ser demasiado Nabi para mi propio bien. — gesticulaba con las manos indignado al principio, pero conforme sus palabras se iban volviendo cada vez más estúpidas iba relajando su posición hasta acabar cruzado de brazos y asintiendo con los ojos cerrados.
—Buenos días a ti también, por cierto.
— Muy buenos a decir verdad, en días como estos casi hasta da gusto que sea verano, casi. — ahora miraba al cielo usando una mano de visera para que el Sol no le dejara más ciego que un Mangekyou
—¿Eri... Le conoces?
— Hostias, una morsa que habla. — dio un paso hacia atrás sorprendido y levantó las manos de la misma sorpresa.
Entonces clavó los pies en la arena, su mirada pasó de ser absurda y estúpida a ser seria. Empezó a mirar a Eri y al recién llegado que se encontraba detrás de ella como si estuviera bajo su tutela. Primero a ella, después a él, y así durante un rato. Abrió la boca varias ocasiones, pero la volvía a cerrar. Hasta que al final soltó algo mientras señalaba a la peliazul de forma titubeante.
— No sera... que tú... ¿¡has conseguido un pacto de invocación!?
Era algo que tenía reciente de su entrenamiento intensivo en Doton, del cual no quería o no podía recordar nada, pero sabía que los pactos de invocación era algo que obtienen los mejores shinobis por afinidad a una familia animal. Y él quería uno, uno con unicornios capaces de perforar murallas de acero o con dragones capaces de derretir el Sol. Ahora resultaba que mientras él estaba profundizando en su perturbada mente y entrenando en su nuevo elemento genial, ¡Eri había usado su magia para conseguir una pacto con las morsas!
De repente los gritos de los civiles inundaron la playa, lo cual hizo que Nabi se dejara de tonterías y se girara de inmediato a ver qué ocurría. Cuatro figuras vestidas con enormes gafas de buceo y trajes negros de neopreno llenos de algas. Su aparición coordinada así como el plus de las algas cubriendo gran parte de su cuerpo provocaron que todos a excepción de los tres ninjas prefirieran pasar el día en una zona más tranquila de la playa, o aún mejor, en su casa. Sin embargo, solo parecían unos buceadores demasiado sincronizados, aunque algo en su aspecto no acababa de convencer al rubio.
— Eh, Foca-chan, ¿no seran amiguitos tuyos? No te enfades, hombre, que lo de la patada era broma.
— ¡Pero qué modales! Si ya sabes que en las clases de biología siempre me ponía muy mal de la tripa e iba a entrenar para que se me pasara. Yo lo llamo biolofobia, tú puedes llamarlo ser demasiado Nabi para mi propio bien. — gesticulaba con las manos indignado al principio, pero conforme sus palabras se iban volviendo cada vez más estúpidas iba relajando su posición hasta acabar cruzado de brazos y asintiendo con los ojos cerrados.
—Buenos días a ti también, por cierto.
— Muy buenos a decir verdad, en días como estos casi hasta da gusto que sea verano, casi. — ahora miraba al cielo usando una mano de visera para que el Sol no le dejara más ciego que un Mangekyou
—¿Eri... Le conoces?
— Hostias, una morsa que habla. — dio un paso hacia atrás sorprendido y levantó las manos de la misma sorpresa.
Entonces clavó los pies en la arena, su mirada pasó de ser absurda y estúpida a ser seria. Empezó a mirar a Eri y al recién llegado que se encontraba detrás de ella como si estuviera bajo su tutela. Primero a ella, después a él, y así durante un rato. Abrió la boca varias ocasiones, pero la volvía a cerrar. Hasta que al final soltó algo mientras señalaba a la peliazul de forma titubeante.
— No sera... que tú... ¿¡has conseguido un pacto de invocación!?
Era algo que tenía reciente de su entrenamiento intensivo en Doton, del cual no quería o no podía recordar nada, pero sabía que los pactos de invocación era algo que obtienen los mejores shinobis por afinidad a una familia animal. Y él quería uno, uno con unicornios capaces de perforar murallas de acero o con dragones capaces de derretir el Sol. Ahora resultaba que mientras él estaba profundizando en su perturbada mente y entrenando en su nuevo elemento genial, ¡Eri había usado su magia para conseguir una pacto con las morsas!
De repente los gritos de los civiles inundaron la playa, lo cual hizo que Nabi se dejara de tonterías y se girara de inmediato a ver qué ocurría. Cuatro figuras vestidas con enormes gafas de buceo y trajes negros de neopreno llenos de algas. Su aparición coordinada así como el plus de las algas cubriendo gran parte de su cuerpo provocaron que todos a excepción de los tres ninjas prefirieran pasar el día en una zona más tranquila de la playa, o aún mejor, en su casa. Sin embargo, solo parecían unos buceadores demasiado sincronizados, aunque algo en su aspecto no acababa de convencer al rubio.
— Eh, Foca-chan, ¿no seran amiguitos tuyos? No te enfades, hombre, que lo de la patada era broma.
—Nabi—