30/07/2016, 22:15
Juro observó la valla medio abierta, mientras mas preguntas le invadían. La silla, la abertura... Le dio la extraña sensación de que escondía una historia rara, historia que tuvo ganas de saber. Pero debía cortarse, estaba en una misión muy seria en ese momento.
Nabi fue el primero que entró con pasó firme. Juro le siguió y Kazuma hizo lo propio poco después. Conforme más se acercaban, más y más grande se hacía la pintada que debían limpiar. No era una imagen muy alentadora...
— Preparaos para limpiar, yo me encargo de avisar.
Juro asintió. Kazuma afirmó algo similar, mientras comenzaba a recoger los utensilios. El chico se apresuró a ayudar a su compañero. Ponerse las mascarillas, preparar el cepillo...
"Espera. Recuerda que tú tienes que hacer algo antes"
— Perfecto, mientras lo sacas yo consigo el agua.
Arrastró el cubo hacia el jardín, rezó para que nadie estuviese cerca mirando y sacó su látigo. No hizo un espectaculo, ni gritó, ni exclamó. Solo quería conseguirlo rápidamente. El látigo se hincho y rebotó contra el suelo, dándole un satisfactorio chapuzón, que llenó el cubo por algo más de la mitad. Se había vuelto algo tan automático que ya no sentía emoción haciéndolo.
Una vez hecho, llevo el cubo hacia su compañero, con una sonrisa. Esperó que él hubiese acabado para coger sus cosas y ponerse a limpiar...
.........................................................................
Mientras, Nabi no encontraría a nadie alrededor del jardín. Las cortinas de las ventanas impedían que él pudiese observar cualquier cosa a través de ello. Por tanto, la única manera de hablar con el propietario - si es que estaba en casa - era muy evidente.
Nabi llamó a la puerta. Pasaron unos segundos en silencio, hasta que él pudo escuchar unos pasos que recorrían lo que parecía ser el pasillo en dirección a la puerta. Un paso, otro paso, un paso, otro paso...
En poco tiempo, la puerta se abrió, revelando a un hombre de mediana edad. Este vestía un kimono tradicional verde, que conjuntaba con las paredes de su casa, al igual que sus ojos, verdes y brillantes. Tenía una gran calva, y algo de barba esparcida por su rostro. Una gran nariz, manos grandes, y por último, una enorme barriga.
Al verle, el hombre sonrió afablemente, a pesar de lo que el aspecto de cualquiera de los dos presentes pudiera provocar.
— Buenas tardes — dijo, el hombre, con su reluciente sonrisa. Después, alzó un poco la cabeza en dirección a la valla — Lamento lo de la valla, normalmente no suelo dejarla así, pero últimamente he tenido unos problemas... En fin, ¿Puedo ayudarte en algo?
Aunque se mantenían cerca, el hombre desde su posición no había parecido escuchar aún a Juro y a Kazuma. Aun así Nabi seguramente podría escucharlos a ellos y al hombro. Solo quedaba confiar en su trato social.
Nabi fue el primero que entró con pasó firme. Juro le siguió y Kazuma hizo lo propio poco después. Conforme más se acercaban, más y más grande se hacía la pintada que debían limpiar. No era una imagen muy alentadora...
— Preparaos para limpiar, yo me encargo de avisar.
Juro asintió. Kazuma afirmó algo similar, mientras comenzaba a recoger los utensilios. El chico se apresuró a ayudar a su compañero. Ponerse las mascarillas, preparar el cepillo...
"Espera. Recuerda que tú tienes que hacer algo antes"
— Perfecto, mientras lo sacas yo consigo el agua.
Arrastró el cubo hacia el jardín, rezó para que nadie estuviese cerca mirando y sacó su látigo. No hizo un espectaculo, ni gritó, ni exclamó. Solo quería conseguirlo rápidamente. El látigo se hincho y rebotó contra el suelo, dándole un satisfactorio chapuzón, que llenó el cubo por algo más de la mitad. Se había vuelto algo tan automático que ya no sentía emoción haciéndolo.
Una vez hecho, llevo el cubo hacia su compañero, con una sonrisa. Esperó que él hubiese acabado para coger sus cosas y ponerse a limpiar...
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Mientras, Nabi no encontraría a nadie alrededor del jardín. Las cortinas de las ventanas impedían que él pudiese observar cualquier cosa a través de ello. Por tanto, la única manera de hablar con el propietario - si es que estaba en casa - era muy evidente.
Nabi llamó a la puerta. Pasaron unos segundos en silencio, hasta que él pudo escuchar unos pasos que recorrían lo que parecía ser el pasillo en dirección a la puerta. Un paso, otro paso, un paso, otro paso...
En poco tiempo, la puerta se abrió, revelando a un hombre de mediana edad. Este vestía un kimono tradicional verde, que conjuntaba con las paredes de su casa, al igual que sus ojos, verdes y brillantes. Tenía una gran calva, y algo de barba esparcida por su rostro. Una gran nariz, manos grandes, y por último, una enorme barriga.
Al verle, el hombre sonrió afablemente, a pesar de lo que el aspecto de cualquiera de los dos presentes pudiera provocar.
— Buenas tardes — dijo, el hombre, con su reluciente sonrisa. Después, alzó un poco la cabeza en dirección a la valla — Lamento lo de la valla, normalmente no suelo dejarla así, pero últimamente he tenido unos problemas... En fin, ¿Puedo ayudarte en algo?
Aunque se mantenían cerca, el hombre desde su posición no había parecido escuchar aún a Juro y a Kazuma. Aun así Nabi seguramente podría escucharlos a ellos y al hombro. Solo quedaba confiar en su trato social.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60