1/08/2016, 13:27
Se negó a responder a las palabras de Nabi. ¿Morsas que hablaban? ¿Conseguir un pacto de invocación? No sabía si prefería al Uchiha o al Nabi antiguo, pero si había algo que sí sabía, era que él era el que más fácilmente podía sacarla de sus casillas.
Bufó molesta, y dispuesta a dejar claro algo, habló por fin:
—Nabi, este es Kaiten, no es una morsa, ¡y yo no tengo pacto de invocación! Todavía... — O eso quería pensar.
El griterío de la gente huyendo la sacó de su enfado y ensimismamiento y sus ojos se posaron en cuatro individuos que acababan de salir del agua. A primera vista, sí, parecían extraños dispuestos a invadir su villa, pero mirándolos más detenidamente - y con los ojos entrecerrados - eran más unos chavales que no rozaban los quince años, buceadores... O nadadores a los que les gustaba mucho el agua, ¿estarían construyendo una casa bajo el agua?
— Eh, Foca-chan, ¿no serán amiguitos tuyos? No te enfades, hombre, que lo de la patada era broma.
— Descuida por lo de la patada Nabi, aunque parece que no soy el único que no ve bien... En cuanto a esas tres morcillas embutidas en esos trajes cubiertas de verduras marinas, no, no creo que sean amigos míos ni les conozco.
—¿Tres? Son cuatro. — Corrigió al joven Akimichi mientras desviaba sus ojos para contestarle.
Los cuatro jinetes del mar - así los bautizó antes de tener que seguir llamándolos desconocidos - se acercaron peligrosamente a los tres gennin que dialogaban animadamente, o eso sentían los que acababan del agua. La única fémina de los cuatro estaba furiosa por no poder entrenar más de lo que hubiese querido, y tenía que pagarlo con alguien. Y vaya si lo iba a hacer.
Se plantó delante de los tres con sus compañeros a su espalda quitándose las gafas para dejarlas de colgante, dejando ver unos ojos rasgados y oscuros, ceño fruncido y labios apretados.
—¡Hey! — Saludó de forma despreocupada. —No sé quienes sois, pero estáis aquí en vez de salir por patas como todos, y eso no me gusta.
—No le gusta, no le gusta. — Repitieron los tres chicos que la acompañaban al unísono. La joven suspiró, fulminándolos con la mirada.
—En fin... Ya que tenéis lo que hay que tener, os reto a un combate, amistoso vaya... — Su petición sonó a orden, y eso hizo que Eri frunciese el ceño. —Porque sois ninjas, ¿no? Si no ya podéis estar desalojando la playa, hoy es nuestra. — Sonrió.
La peliazul posó sus manos de nuevo sobre su cintura, claramente ofendida ante lo pronunciado por la mujer-alga, sin embargo quiso restarle importancia. Aquel día era un día de relajación, no un día para pelearse por nimiedades. Suspiró y miró a sus compañeros, ¿qué deberían hacer ahora?
Bufó molesta, y dispuesta a dejar claro algo, habló por fin:
—Nabi, este es Kaiten, no es una morsa, ¡y yo no tengo pacto de invocación! Todavía... — O eso quería pensar.
El griterío de la gente huyendo la sacó de su enfado y ensimismamiento y sus ojos se posaron en cuatro individuos que acababan de salir del agua. A primera vista, sí, parecían extraños dispuestos a invadir su villa, pero mirándolos más detenidamente - y con los ojos entrecerrados - eran más unos chavales que no rozaban los quince años, buceadores... O nadadores a los que les gustaba mucho el agua, ¿estarían construyendo una casa bajo el agua?
— Eh, Foca-chan, ¿no serán amiguitos tuyos? No te enfades, hombre, que lo de la patada era broma.
— Descuida por lo de la patada Nabi, aunque parece que no soy el único que no ve bien... En cuanto a esas tres morcillas embutidas en esos trajes cubiertas de verduras marinas, no, no creo que sean amigos míos ni les conozco.
—¿Tres? Son cuatro. — Corrigió al joven Akimichi mientras desviaba sus ojos para contestarle.
Los cuatro jinetes del mar - así los bautizó antes de tener que seguir llamándolos desconocidos - se acercaron peligrosamente a los tres gennin que dialogaban animadamente, o eso sentían los que acababan del agua. La única fémina de los cuatro estaba furiosa por no poder entrenar más de lo que hubiese querido, y tenía que pagarlo con alguien. Y vaya si lo iba a hacer.
Se plantó delante de los tres con sus compañeros a su espalda quitándose las gafas para dejarlas de colgante, dejando ver unos ojos rasgados y oscuros, ceño fruncido y labios apretados.
—¡Hey! — Saludó de forma despreocupada. —No sé quienes sois, pero estáis aquí en vez de salir por patas como todos, y eso no me gusta.
—No le gusta, no le gusta. — Repitieron los tres chicos que la acompañaban al unísono. La joven suspiró, fulminándolos con la mirada.
—En fin... Ya que tenéis lo que hay que tener, os reto a un combate, amistoso vaya... — Su petición sonó a orden, y eso hizo que Eri frunciese el ceño. —Porque sois ninjas, ¿no? Si no ya podéis estar desalojando la playa, hoy es nuestra. — Sonrió.
La peliazul posó sus manos de nuevo sobre su cintura, claramente ofendida ante lo pronunciado por la mujer-alga, sin embargo quiso restarle importancia. Aquel día era un día de relajación, no un día para pelearse por nimiedades. Suspiró y miró a sus compañeros, ¿qué deberían hacer ahora?