2/08/2016, 00:17
Tras las presentaciones, su nueva profesora les informó que debía conocer sus fortalezas y debilidades. Para ello tenían que ir al patio. Por el camino, el chico de los ojos blancos le ofreció comida al chico más gordito.
Parece que tiene iniciativa, y vela por el resto de su manada -pensó el salvaje mientras observaba a Hazegawa- Quizá quiera destacarse como el alfa de esta nueva manada. No tengo problema, siempre que demuestre ser un buen lider.
Para Kondor, que entendía las relaciones sociales de una forma muy primaria, aquello comenzaba a tomar forma. Sin embargo, sabía que su interpretación del mundo era bastante diferente de la del resto de las personas civilizadas. Por ello ahora dudaba sobre si debía repetir el gesto del ojiblanco para demostrar que él también deseaba implicarse en esta nueva familia. Por suerte lo dejó estar.
Una vez en el patio, Katsura les ordenó atacar a los peleles. Seguramente para medir su fuerza. Ninguno de los chicos parecía decidirse a comenzar. Así que Kondor dio un paso al frente y se colocó delante de los peleles. Quizá así se rompiera el hielo y a los demás les sería mas fácil avanzar con el entrenamiento.
El salvaje miró, ligeramente dubitativo, a su sensei. La sangre comenzaba a fluir de forma más intensa por su cuerpo, se le aceleró ligeramente la respiración y sus pulsaciones, y poco a poco, concentró chakra en sus nudillos. Los huesos de los mismos comenzaron a hincharse, hasta empezar a adquirir la apariencia de mitones. Cuando la piel no aguantó más la tensión se desgarró. Unos finos hilillos calientes de color carmesí bañaron los puños cerrados de Kondor, y la piel rasgada dejó entrever el color marfil de aquellas agujas bañadas en sangre. Parecía mas espectacular de lo que era realmente, ya que Kondor ni siquiera notó el corte y la hemorragia cesó al momento.
Una vez preparado, flexionó las rodillas, giró su cuerpo para coger la mayor inercia posible y, con un potente movimiento de cadera, descargó un severo puñetazo a aquella figura de madera. El violento golpe hizo temblar ligeramente al pelele. Pero por lo demás, aparte de haber arrancado unas pocas astillas por culpa de los mitones, el muñeco no parecía sufrir graves daños.
Kondor se giró de nuevo hacia la kunoichi, esperando su aprobación o alguna otra orden mientras se frotaba sus puños tras haber retraido los mitones.
Parece que tiene iniciativa, y vela por el resto de su manada -pensó el salvaje mientras observaba a Hazegawa- Quizá quiera destacarse como el alfa de esta nueva manada. No tengo problema, siempre que demuestre ser un buen lider.
Para Kondor, que entendía las relaciones sociales de una forma muy primaria, aquello comenzaba a tomar forma. Sin embargo, sabía que su interpretación del mundo era bastante diferente de la del resto de las personas civilizadas. Por ello ahora dudaba sobre si debía repetir el gesto del ojiblanco para demostrar que él también deseaba implicarse en esta nueva familia. Por suerte lo dejó estar.
Una vez en el patio, Katsura les ordenó atacar a los peleles. Seguramente para medir su fuerza. Ninguno de los chicos parecía decidirse a comenzar. Así que Kondor dio un paso al frente y se colocó delante de los peleles. Quizá así se rompiera el hielo y a los demás les sería mas fácil avanzar con el entrenamiento.
El salvaje miró, ligeramente dubitativo, a su sensei. La sangre comenzaba a fluir de forma más intensa por su cuerpo, se le aceleró ligeramente la respiración y sus pulsaciones, y poco a poco, concentró chakra en sus nudillos. Los huesos de los mismos comenzaron a hincharse, hasta empezar a adquirir la apariencia de mitones. Cuando la piel no aguantó más la tensión se desgarró. Unos finos hilillos calientes de color carmesí bañaron los puños cerrados de Kondor, y la piel rasgada dejó entrever el color marfil de aquellas agujas bañadas en sangre. Parecía mas espectacular de lo que era realmente, ya que Kondor ni siquiera notó el corte y la hemorragia cesó al momento.
Una vez preparado, flexionó las rodillas, giró su cuerpo para coger la mayor inercia posible y, con un potente movimiento de cadera, descargó un severo puñetazo a aquella figura de madera. El violento golpe hizo temblar ligeramente al pelele. Pero por lo demás, aparte de haber arrancado unas pocas astillas por culpa de los mitones, el muñeco no parecía sufrir graves daños.
Kondor se giró de nuevo hacia la kunoichi, esperando su aprobación o alguna otra orden mientras se frotaba sus puños tras haber retraido los mitones.