3/08/2016, 17:20
Al lanzar a la gallina al aire se transformó en una bella princesa que cayó con sus dos magníficos y reales pies en el suelo, y de forma inmediata empezó a regañar al inocente y bien intencionado rubio.
—¡Pero, ¿qué narices piensas que soy, un ave de verdad?! ¿Y si me muero, qué? Más te vale tener bien agarrada esa gallina... Vamos.
— ¡La cuestión! es, que has aterrizado bien. Deberías darme las gracias. De nada, Eri-chan.
Decía mientras empezaba su carrera para alcanzar a los dueños de gallinas que se habían marchado apenas unos minutos antes. La carrera duró hasta que doblaron la esquina y se toparon de lleno con el hombre que acababa de tirar su dignidad ante un chaval mucho más joven y guapo que él. Eri, que iba en cabeza, se dio un buen golpe y en consecuencia estuvo a punto de caerse de culo pero Nabi, con su visión claramente superior, pudo anticiparse a su caída y la agarró con ambos brazos antes de que aterrizara en el suelo.
— Volvemos a encontrarnos, Sr. Smith.
La cosa era, que Nabi solo tenía dos manos, y ahora estaba sujetando a Eri, por lo que la gallina que llevaba la había tirado por los aires. Ahora planeaba meneando las alas como podía. La vista del rubio se clavó en el hombre, aunque probablemente él estuviera más atento al ave que caía lentamente hacia el suelo.
—¡Pero, ¿qué narices piensas que soy, un ave de verdad?! ¿Y si me muero, qué? Más te vale tener bien agarrada esa gallina... Vamos.
— ¡La cuestión! es, que has aterrizado bien. Deberías darme las gracias. De nada, Eri-chan.
Decía mientras empezaba su carrera para alcanzar a los dueños de gallinas que se habían marchado apenas unos minutos antes. La carrera duró hasta que doblaron la esquina y se toparon de lleno con el hombre que acababa de tirar su dignidad ante un chaval mucho más joven y guapo que él. Eri, que iba en cabeza, se dio un buen golpe y en consecuencia estuvo a punto de caerse de culo pero Nabi, con su visión claramente superior, pudo anticiparse a su caída y la agarró con ambos brazos antes de que aterrizara en el suelo.
— Volvemos a encontrarnos, Sr. Smith.
La cosa era, que Nabi solo tenía dos manos, y ahora estaba sujetando a Eri, por lo que la gallina que llevaba la había tirado por los aires. Ahora planeaba meneando las alas como podía. La vista del rubio se clavó en el hombre, aunque probablemente él estuviera más atento al ave que caía lentamente hacia el suelo.
—Nabi—