3/08/2016, 18:13
— ¡La cuestión! es, que has aterrizado bien. Deberías darme las gracias. De nada, Eri-chan.
Rodó los ojos cuando emprendió la carrera, y después del golpe contra la espalda del hombre de pelo morado, su cabeza dio vueltas y juró que se había caído al suelo con su trasero delante, pero su caballero particular volvió a rescatarla sujetándola por ambos brazos para que su pequeño trasero no acabase visitando el incomodísimo suelo.
—Gracias... — Susurró al rubio para reincorporarse y limpiarse el polvo de sus ropas, luego clavó la mirada en el hombre que los miraba con el ceño fruncido.
— Volvemos a encontrarnos, Sr. Smith.— Eri sonrió, nerviosa, con las manos extendidas hacia delante.
—No se vayan, un momento. — Pidió, pero justo puso sus manos en señal de ''parad'', la gallina que estaba aleteando en pleno vuelo cayó sobre sus brazos. —Oh, uhm... Creo que se os ha escapado otra. — Explicó.
El hombre la miró con desconfianza para luego arrebatarle al ave de sus brazos con suavidad.
—Vaya, gracias. — Dijo, mirando a la peliazul. —Respecto a mis modales de antes, ruego que se me disculpe. Tiene total razón, y más de una vez me han robado gallinas que se escapaban, por eso mis bajos ingresos... Y por eso mismo, no puedo hacer que mi valla sea más alta. — Explicó mientras miraba a la gallina con ojos cansados y tristes. —Con esta gallina son cuatro, pero antes teníamos otras seis... Un total de diez.
—¿Está seguro de que se las han robado? ¿No habrán desaparecido o algo? — Preguntó la peliazul enarcando una ceja.
—Estoy seguro, porque a veces... Recibo fotos, fotos de ellas, ¡y yo las reconozco! No por nada son mías, ¿saben? — Aseguró, hinchando el pecho y levantando la cabeza, con orgullo. —Si queréis os las enseño, por cierto, soy Takeshi, y esta es mi hija Mimiko. — Se presentó.
Rodó los ojos cuando emprendió la carrera, y después del golpe contra la espalda del hombre de pelo morado, su cabeza dio vueltas y juró que se había caído al suelo con su trasero delante, pero su caballero particular volvió a rescatarla sujetándola por ambos brazos para que su pequeño trasero no acabase visitando el incomodísimo suelo.
—Gracias... — Susurró al rubio para reincorporarse y limpiarse el polvo de sus ropas, luego clavó la mirada en el hombre que los miraba con el ceño fruncido.
— Volvemos a encontrarnos, Sr. Smith.— Eri sonrió, nerviosa, con las manos extendidas hacia delante.
—No se vayan, un momento. — Pidió, pero justo puso sus manos en señal de ''parad'', la gallina que estaba aleteando en pleno vuelo cayó sobre sus brazos. —Oh, uhm... Creo que se os ha escapado otra. — Explicó.
El hombre la miró con desconfianza para luego arrebatarle al ave de sus brazos con suavidad.
—Vaya, gracias. — Dijo, mirando a la peliazul. —Respecto a mis modales de antes, ruego que se me disculpe. Tiene total razón, y más de una vez me han robado gallinas que se escapaban, por eso mis bajos ingresos... Y por eso mismo, no puedo hacer que mi valla sea más alta. — Explicó mientras miraba a la gallina con ojos cansados y tristes. —Con esta gallina son cuatro, pero antes teníamos otras seis... Un total de diez.
—¿Está seguro de que se las han robado? ¿No habrán desaparecido o algo? — Preguntó la peliazul enarcando una ceja.
—Estoy seguro, porque a veces... Recibo fotos, fotos de ellas, ¡y yo las reconozco! No por nada son mías, ¿saben? — Aseguró, hinchando el pecho y levantando la cabeza, con orgullo. —Si queréis os las enseño, por cierto, soy Takeshi, y esta es mi hija Mimiko. — Se presentó.