3/08/2016, 23:39
— En lo extraño que es todo esto. Ya no solo que reconozca a sus gallinas por las fotos sino que el que se las ha robado le mande fotos. Está claro que es alguien que le odia.
—Bueno, también puede ser que las quiera mucho, y que el que se las haya robado sea un poco... Ya sabes, ''especial''. — Al decir la última palabra hizo con sus dedos índice y corazón de cada mano el signo de las comillas. — No creo que lo odie, quizás por su personalidad, pero todo lo hará por su hija, eso lo puedo notar hasta en la distancia. — Sonrió ante sus pensamientos, ¿lazos paternofiliales? Eran preciosos.
Lástima que ni Nabi ni ella tenían algo parecido.
Suspiró justo antes de que Takeshi apareciese por donde se había marchado y cambió la cara cuando éste dejó sobre la pequeña mesa una cantidad asombrosa de fotos y papeles escritos, además de unas galletitas del tamaño de un ryo en un plato con decoraciones azules.
— Aquí está todo lo que he recopilado durante estos últimos meses, sed libres de ojear todo lo que necesiten. — Alegó señalando las pistas mientras se sentaba al lado de Nabi. — Ah, y algunas galletas, las hace Mimiko.
Eri sonrió al hombre y tomó las fotos y los datos que éste había dejado. ¡Todas eran de gallinas casi idénticas! Gallinas sentadas, gallinas picoteando el suelo, gallinas con otras gallinas... ¿Y ese hombre las diferenciaba? Brutal, simplemente brutal. Tomó una galletita por inercia, como cuando se disponía a escribir en su diario y tomaba algunas cerezas que siempre dejaba en su escritorio; mientras leía lo que Takeshi había apuntado con una caligrafía excelente.
—Vaya, por lo que parece, no ha perdido el tiempo. — Alagó. —Y por lo que se puede ver, todas las fotos están hechas en el mismo lugar: un corral para aves, con paja en el suelo y rodeado de vallas de madera, ¿la típica de los árboles cercanos? Parece ser. — Concordó con lo anotado en las hojas.
—Sí, pero... Por mucho que he recorrido la villa y las lejanías de ésta, no he encontrado otro corral a parte del mío, es muy extraño...
Eri observó con determinación de nuevo las fotografías de las aves y frunció el ceño, parecía que todas tenían una luz extraña, no parecía el sol, pero iluminaba toda la estancia que abarcaba la foto... ¿Estaría bajo tierra? Podría ser.
—La luz de estas fotos... ¿No te parece un tanto, artificial? — Preguntó a Nabi, acercándole dichas fotos para que las viese mejor.
—Bueno, también puede ser que las quiera mucho, y que el que se las haya robado sea un poco... Ya sabes, ''especial''. — Al decir la última palabra hizo con sus dedos índice y corazón de cada mano el signo de las comillas. — No creo que lo odie, quizás por su personalidad, pero todo lo hará por su hija, eso lo puedo notar hasta en la distancia. — Sonrió ante sus pensamientos, ¿lazos paternofiliales? Eran preciosos.
Lástima que ni Nabi ni ella tenían algo parecido.
Suspiró justo antes de que Takeshi apareciese por donde se había marchado y cambió la cara cuando éste dejó sobre la pequeña mesa una cantidad asombrosa de fotos y papeles escritos, además de unas galletitas del tamaño de un ryo en un plato con decoraciones azules.
— Aquí está todo lo que he recopilado durante estos últimos meses, sed libres de ojear todo lo que necesiten. — Alegó señalando las pistas mientras se sentaba al lado de Nabi. — Ah, y algunas galletas, las hace Mimiko.
Eri sonrió al hombre y tomó las fotos y los datos que éste había dejado. ¡Todas eran de gallinas casi idénticas! Gallinas sentadas, gallinas picoteando el suelo, gallinas con otras gallinas... ¿Y ese hombre las diferenciaba? Brutal, simplemente brutal. Tomó una galletita por inercia, como cuando se disponía a escribir en su diario y tomaba algunas cerezas que siempre dejaba en su escritorio; mientras leía lo que Takeshi había apuntado con una caligrafía excelente.
—Vaya, por lo que parece, no ha perdido el tiempo. — Alagó. —Y por lo que se puede ver, todas las fotos están hechas en el mismo lugar: un corral para aves, con paja en el suelo y rodeado de vallas de madera, ¿la típica de los árboles cercanos? Parece ser. — Concordó con lo anotado en las hojas.
—Sí, pero... Por mucho que he recorrido la villa y las lejanías de ésta, no he encontrado otro corral a parte del mío, es muy extraño...
Eri observó con determinación de nuevo las fotografías de las aves y frunció el ceño, parecía que todas tenían una luz extraña, no parecía el sol, pero iluminaba toda la estancia que abarcaba la foto... ¿Estaría bajo tierra? Podría ser.
—La luz de estas fotos... ¿No te parece un tanto, artificial? — Preguntó a Nabi, acercándole dichas fotos para que las viese mejor.