6/08/2016, 22:26
La nube de humo acompañante a deshacer la transformación, así como la transformación de uno de los de su especie en humano, exaltó al resto de gallinas de forma extraordinaria. Empezaron a cacarear y a picotear todo lo que fuera picoteable, incluso hubo algunas que se enzarzaron en una pelea. Total, un caos impresionante.
— ¿Crees que nos escuchará?
No escuchaba ni papa, entre que Eri susurraba por algún motivo extraño y el burbujeante cocó que retumbaba en aquel sotano era totalmente imposible que la entendiera. Cuando abrió un pelin la puerta para ver si había alguien cerca, miles de trillones de aves se lanzaron a la libertad sin preocuparse por su vida ni por la de los shinobis. La puerta se abrió de par en par y un grito llegó hasta ellos del lado derecho de la misma.
—¿¡Pero, cómo os habéis escapado?!
— ¿No deberíamos volver a convertirnos en gallinas? Piénsalo, estamos en su casa, y aunque tengamos pruebas de que haya robado las gallinas de Takeshi, hemos irrumpido en su casa y ahora mismo no disponemos de ningún ave entre nuestras manos...
Tal muestra de ansías de libertad no hizo más que avivar la llama interior de Nabi, que saltó fuera del sótano sin pensarselo más que las gallinas. Ignorando las palabras de la peliazul y pasando a la acción como buen shinobi alocado que era.
— Tú, maleante, hemos sido testigos de tu hedionda actitud de ladronzuelo de poca monta. Robandole gallinas a un pobre gallinero y encima restregándoselo en forma de fotografías. Pero ésta vez has cogido al pollo equivocado, chaval. Entrégate ahora o prepárate para luchar.
— ¿Crees que nos escuchará?
No escuchaba ni papa, entre que Eri susurraba por algún motivo extraño y el burbujeante cocó que retumbaba en aquel sotano era totalmente imposible que la entendiera. Cuando abrió un pelin la puerta para ver si había alguien cerca, miles de trillones de aves se lanzaron a la libertad sin preocuparse por su vida ni por la de los shinobis. La puerta se abrió de par en par y un grito llegó hasta ellos del lado derecho de la misma.
—¿¡Pero, cómo os habéis escapado?!
— ¿No deberíamos volver a convertirnos en gallinas? Piénsalo, estamos en su casa, y aunque tengamos pruebas de que haya robado las gallinas de Takeshi, hemos irrumpido en su casa y ahora mismo no disponemos de ningún ave entre nuestras manos...
Tal muestra de ansías de libertad no hizo más que avivar la llama interior de Nabi, que saltó fuera del sótano sin pensarselo más que las gallinas. Ignorando las palabras de la peliazul y pasando a la acción como buen shinobi alocado que era.
— Tú, maleante, hemos sido testigos de tu hedionda actitud de ladronzuelo de poca monta. Robandole gallinas a un pobre gallinero y encima restregándoselo en forma de fotografías. Pero ésta vez has cogido al pollo equivocado, chaval. Entrégate ahora o prepárate para luchar.
—Nabi—