6/08/2016, 23:19
La poca autoridad que desprendía Nabi se hacía notar, de nuevo. El culpable ni siquiera se amedrentó un poquito, sino que le contestó con más vehemencia y decisión.
—¿Pero qué narices? ¿Quiénes sois vosotros y qué hacéis en mi casa? Yo solo recogía a las pobres gallinas que me encontraba en la Costa y las traía aquí, si se me acusa por salvar a las gallinas que encontraba sueltas y darles casa y alimento, deténganme, por favor.
Abrió la boca para replicarle, pero la peliazul se adelantó quitandole las palabras de la boca. Así que procedió a su posición estándar de cuando Eri se abalanzaba verbalmente sobre los malos, cruzar los brazos y asentir lentamente con convencimiento.
—¿Cómo puede ser que todas las gallinas de aquel hombre que vive de ellas hayan acabado aquí? Sí, sabemos que los animales terminaban escapándose, y me parece noble recogerlas y cuidarlas, pero si usted conoce de donde proceden, ¿por qué no devolverlas?
Sin embargo, el muy ladronzuelo estaba lejos de rendirse. Seguía absurdamente insistiendo en su inocencia.
—¿Qué dices? ¿Qué hombre? ¡Las gallinas estaban sueltas! Y vosotros, ¿siendo ninjas y colándoos en casas ajenas? ¿No os da vergüenza? Haced el favor y marcharos de aquí.
— ¿Ah, sí? Entonces, ¿cómo explicas ESTO? — sacó de su bolsillo derecho lo que parecía un cereal recubierto de chocolate derretido y lo alzó bien alto — Ups, bolsillo equivocado. Esto es un cereal del desayuno que me estaba guardando para merendar. — lo volvió a meter en su sitio y buscó en el lado opuesto del pantalón — Ajá, ¿cómo explicas ESTO? — esta vez sacó una de las imágenes que había recibido su amigo Takamoto, el de las gallinas, y que él cogió por si les servía en una posterior discusión.
— Robabas las gallinas de Takamoto y después le mandabas fotos jactandote de ello. Admítelo y hablaré bien de ti ante Shiona-sama.
Mantenía la imagen en alto delante del muchacho para hundirle sus esperanzas de salir impune de aquella situación.
—¿Pero qué narices? ¿Quiénes sois vosotros y qué hacéis en mi casa? Yo solo recogía a las pobres gallinas que me encontraba en la Costa y las traía aquí, si se me acusa por salvar a las gallinas que encontraba sueltas y darles casa y alimento, deténganme, por favor.
Abrió la boca para replicarle, pero la peliazul se adelantó quitandole las palabras de la boca. Así que procedió a su posición estándar de cuando Eri se abalanzaba verbalmente sobre los malos, cruzar los brazos y asentir lentamente con convencimiento.
—¿Cómo puede ser que todas las gallinas de aquel hombre que vive de ellas hayan acabado aquí? Sí, sabemos que los animales terminaban escapándose, y me parece noble recogerlas y cuidarlas, pero si usted conoce de donde proceden, ¿por qué no devolverlas?
Sin embargo, el muy ladronzuelo estaba lejos de rendirse. Seguía absurdamente insistiendo en su inocencia.
—¿Qué dices? ¿Qué hombre? ¡Las gallinas estaban sueltas! Y vosotros, ¿siendo ninjas y colándoos en casas ajenas? ¿No os da vergüenza? Haced el favor y marcharos de aquí.
— ¿Ah, sí? Entonces, ¿cómo explicas ESTO? — sacó de su bolsillo derecho lo que parecía un cereal recubierto de chocolate derretido y lo alzó bien alto — Ups, bolsillo equivocado. Esto es un cereal del desayuno que me estaba guardando para merendar. — lo volvió a meter en su sitio y buscó en el lado opuesto del pantalón — Ajá, ¿cómo explicas ESTO? — esta vez sacó una de las imágenes que había recibido su amigo Takamoto, el de las gallinas, y que él cogió por si les servía en una posterior discusión.
— Robabas las gallinas de Takamoto y después le mandabas fotos jactandote de ello. Admítelo y hablaré bien de ti ante Shiona-sama.
Mantenía la imagen en alto delante del muchacho para hundirle sus esperanzas de salir impune de aquella situación.
—Nabi—