7/08/2016, 15:41
— Dime, Eri.
''Lo mato, lo mato y luego me lo como.'' Se llevó una mano a la frente, golpeándose en dicho lugar mientras intentaba controlar el instinto asesino de tirarse al cuello del Uchiha y matarlo, pero se pudo tranquilizar mientras ambos hermanos discutían sobre quién era el verdadero ladrón, quién había hecho las fotografías, y quién demonios conocía a Takeshi.
— ¡O sea que sois una familia de delincuentes! ¿¡Qué clase de ejemplo le has dado a la niña!? Vergüenza debería darte que quiera una gallina y tenga que robarla en vez de comprarla como una persona normal. ¡VERGÜENZA! Éstas gallinas son del señor Takamoto y se las vamos a devolver. Si queréis volver a verlas, vais a su corral.
El rubio intentaba empujar a las gallinas, pero éstas, presas del pánico y del miedo, aunque estaban siendo movidas en contra de su voluntad, no ponían empeño en ser rescatadas y algunas retomaban la posición de antes de ser movidas.
—¡Que yo no soy ningún ladrón, yo recogía a las gallinas porque pensaba que se habían perdido, joder! — Exclamó, rojo de ira ante las acusaciones del Uchiha. — ¡Si hubiese sabido que eran de ese tal Takamoto las hubiera devuelto! — Admitió, orgulloso. — Así que deja de acusarme, hombre ya.
—¡Es Takeshi! — Corrigió por segunda vez, ganándose una mirada llena de odio por el chunnin.
— Pero Hikaru-chan, ¡las gallinas ahora son mías!
—¡Tú...! — Esta vez hablaba a su hermana, cabreado, fue girándose poco a poco mientras hablaba. — Lo sabías desde el principio, y para colmo, ¡te cachondeabas de Takamoto enviándole fotos de sus gallinas! ¿Qué clase de persona haría eso? Esperaba más de ti, Miaru.
La chica de nombre Miaru, por su parte, solo pudo ensanchar su sonrisa, y cuando ésta era tan grande que ya no podía crecer más, se echó a reír.
—¡Pero las gallinas serán mías por siempre! Nadie se mete con Miaru, ¡nadie! — Chilló con una voz tan aguda que a Eri le dolieron los oídos. —Esa niñata se creía mejor que yo, ¡pues ahora yo me he quedado con sus gallinas! ¡Y nadie puede impedírmelo!
''Lo mato, lo mato y luego me lo como.'' Se llevó una mano a la frente, golpeándose en dicho lugar mientras intentaba controlar el instinto asesino de tirarse al cuello del Uchiha y matarlo, pero se pudo tranquilizar mientras ambos hermanos discutían sobre quién era el verdadero ladrón, quién había hecho las fotografías, y quién demonios conocía a Takeshi.
— ¡O sea que sois una familia de delincuentes! ¿¡Qué clase de ejemplo le has dado a la niña!? Vergüenza debería darte que quiera una gallina y tenga que robarla en vez de comprarla como una persona normal. ¡VERGÜENZA! Éstas gallinas son del señor Takamoto y se las vamos a devolver. Si queréis volver a verlas, vais a su corral.
El rubio intentaba empujar a las gallinas, pero éstas, presas del pánico y del miedo, aunque estaban siendo movidas en contra de su voluntad, no ponían empeño en ser rescatadas y algunas retomaban la posición de antes de ser movidas.
—¡Que yo no soy ningún ladrón, yo recogía a las gallinas porque pensaba que se habían perdido, joder! — Exclamó, rojo de ira ante las acusaciones del Uchiha. — ¡Si hubiese sabido que eran de ese tal Takamoto las hubiera devuelto! — Admitió, orgulloso. — Así que deja de acusarme, hombre ya.
—¡Es Takeshi! — Corrigió por segunda vez, ganándose una mirada llena de odio por el chunnin.
— Pero Hikaru-chan, ¡las gallinas ahora son mías!
—¡Tú...! — Esta vez hablaba a su hermana, cabreado, fue girándose poco a poco mientras hablaba. — Lo sabías desde el principio, y para colmo, ¡te cachondeabas de Takamoto enviándole fotos de sus gallinas! ¿Qué clase de persona haría eso? Esperaba más de ti, Miaru.
La chica de nombre Miaru, por su parte, solo pudo ensanchar su sonrisa, y cuando ésta era tan grande que ya no podía crecer más, se echó a reír.
—¡Pero las gallinas serán mías por siempre! Nadie se mete con Miaru, ¡nadie! — Chilló con una voz tan aguda que a Eri le dolieron los oídos. —Esa niñata se creía mejor que yo, ¡pues ahora yo me he quedado con sus gallinas! ¡Y nadie puede impedírmelo!