22/05/2015, 15:41
El rubiales quedó por un momento sosteniendo una mueca que denotaba cierto rechazo hacia el joven de su lado. Realmente lo hizo de manera involuntaria, pues tampoco había hecho él personalmente algo que le disgustase. Él no era su padre, y pese a que fuese su hijo, no había de recibir el castigo que ya tenía sobre hombros su padre. Lamentablemente para él, ese pensamiento escapaba a mente de muchos otros, y había sido tratado de mala manera sin siquiera habérselo ganado.
El chico no tardó en contestar que sí era bien cierto lo que afirmaba el Yotsuki, pero que ese local era de un amigo de su abuelo, y por tanto estaría a salvo. Tras eso, dejó caer que igualmente siempre podía encontrarse con algún imbécil que le recordase que era hijo de un traidor. Sin embargo, el Yotsuki no se dio por aludido. Poco tardó en confirmar lo que había pasado por la cabeza del rubio segundos antes, refutaba que él no era como su padre.
— Bueno... yo no soy quién para juzgarte... y tu no hiciste aún nada para que te acuse o juzgue. Por mi parte no tienes a tu lado a un imbécil mas. Pero eso sí, seas o no como tu padre, Kusagakure es mi hogar... y todos sus habitantes mis hermanos. Cualquiera que los daña, me está causando dolor a mi, y lo afrontaré con violencia. ¿Comprendes? —
Con una sonrisa entre dientes, tomó la primera de las brochetas, y la observó con detenimiento antes de llevársela a la boca. De nuevo llevó sus orbes a los del hijo del traidor, y sostuvo su movimiento.
No te lo tomes como una amenaza. Igual que te informo hacia tu contra, te informo a tu favor, hermano. — Terminó de hablar. — Que te aproveche. —
Ahora sí, el joven le jaló un primer bocado a la brocheta de carne. Mascó el alimento, y degustó el curioso sabor que éste tenía. Había sido bañado en algunas especias, y tenía un sabor realmente intenso y sabroso. El chico se relamió los labios antes de degustar un siguiente bocado, éstas brochetas le habían sabido bien, por no decir genial.
El chico no tardó en contestar que sí era bien cierto lo que afirmaba el Yotsuki, pero que ese local era de un amigo de su abuelo, y por tanto estaría a salvo. Tras eso, dejó caer que igualmente siempre podía encontrarse con algún imbécil que le recordase que era hijo de un traidor. Sin embargo, el Yotsuki no se dio por aludido. Poco tardó en confirmar lo que había pasado por la cabeza del rubio segundos antes, refutaba que él no era como su padre.
— Bueno... yo no soy quién para juzgarte... y tu no hiciste aún nada para que te acuse o juzgue. Por mi parte no tienes a tu lado a un imbécil mas. Pero eso sí, seas o no como tu padre, Kusagakure es mi hogar... y todos sus habitantes mis hermanos. Cualquiera que los daña, me está causando dolor a mi, y lo afrontaré con violencia. ¿Comprendes? —
Con una sonrisa entre dientes, tomó la primera de las brochetas, y la observó con detenimiento antes de llevársela a la boca. De nuevo llevó sus orbes a los del hijo del traidor, y sostuvo su movimiento.
No te lo tomes como una amenaza. Igual que te informo hacia tu contra, te informo a tu favor, hermano. — Terminó de hablar. — Que te aproveche. —
Ahora sí, el joven le jaló un primer bocado a la brocheta de carne. Mascó el alimento, y degustó el curioso sabor que éste tenía. Había sido bañado en algunas especias, y tenía un sabor realmente intenso y sabroso. El chico se relamió los labios antes de degustar un siguiente bocado, éstas brochetas le habían sabido bien, por no decir genial.