16/08/2016, 19:40
— ¡Ahí te has colado! ¿Cómo has sabido que se le escapan todas? ¡Lo sabías todo! ¡Ladrón!
—¡Y dale! ¿No es sospechoso que todas aparezcan siempre en el mismo lugar? ¡Un poco de sentido común! ¡Y deja de acusarme! — Chilló antes de llegar a la casa de la familia que criaba a las gallinas, cansado de las acusaciones del rubio.
Pero no iban a acabar tan pronto.
Cuando llegaron, la pequeña fue la que les abrió, saludando al chunin de forma alegre. Más, sin embargo, Nabi no le dio cuartelillo todavía.
— ¡Así que os conoceis! Confiesa ya, estuviste vigilando a la pobre familia esperando a que las gallinas se escaparan y entonces te las llevabas. Si no ¡¿por qué no viniste a preguntarles si eran suyas!?
— Mira, chaval, yo no sabía que las gallinas eran suyas, ¡por enésima vez, joder! — Volvió a chillar mientras las gallinas de ambos salían despavoridas hacia el interior de la casa, volviendo a su hogar para, a lo mejor, no volver a escapar nunca, o eso esperaba la kunoichi.
— No señor, Hikaru me ayudó cuando me perdí por la villa, ¡no sé orientarme!
—¿Ves? ¡Deja de acusar cuando no tienes pruebas de algo, melón! — Dijo, indignado.
Eri, por su parte, solo soltó una risa nerviosa mientras se perdía por el interior de la casa para dejar a las gallinas en su hogar, encontrándose al dueño de la casa reforzando la seguridad del gallinero mientras todas las gallinas se arremolinaban cerca de él para picarle los dedos de las manos.
—Vaya, hola, veo que habéis traído a todas mis gallinas de vuelta, ¡muchísimas gracias! — Exclamó con voz grave mientras se acercaba a Eri. —¿Cómo puedo agradecéroslo?
—¡Y dale! ¿No es sospechoso que todas aparezcan siempre en el mismo lugar? ¡Un poco de sentido común! ¡Y deja de acusarme! — Chilló antes de llegar a la casa de la familia que criaba a las gallinas, cansado de las acusaciones del rubio.
Pero no iban a acabar tan pronto.
Cuando llegaron, la pequeña fue la que les abrió, saludando al chunin de forma alegre. Más, sin embargo, Nabi no le dio cuartelillo todavía.
— ¡Así que os conoceis! Confiesa ya, estuviste vigilando a la pobre familia esperando a que las gallinas se escaparan y entonces te las llevabas. Si no ¡¿por qué no viniste a preguntarles si eran suyas!?
— Mira, chaval, yo no sabía que las gallinas eran suyas, ¡por enésima vez, joder! — Volvió a chillar mientras las gallinas de ambos salían despavoridas hacia el interior de la casa, volviendo a su hogar para, a lo mejor, no volver a escapar nunca, o eso esperaba la kunoichi.
— No señor, Hikaru me ayudó cuando me perdí por la villa, ¡no sé orientarme!
—¿Ves? ¡Deja de acusar cuando no tienes pruebas de algo, melón! — Dijo, indignado.
Eri, por su parte, solo soltó una risa nerviosa mientras se perdía por el interior de la casa para dejar a las gallinas en su hogar, encontrándose al dueño de la casa reforzando la seguridad del gallinero mientras todas las gallinas se arremolinaban cerca de él para picarle los dedos de las manos.
—Vaya, hola, veo que habéis traído a todas mis gallinas de vuelta, ¡muchísimas gracias! — Exclamó con voz grave mientras se acercaba a Eri. —¿Cómo puedo agradecéroslo?