Forjando una verdad

[King Roga]

Las hojas marchitas caían al final de sus vidas ayudadas por el intenso viento que anunciaba así la llegada del otoño. Sin embargo en aquel sitio el sonido del aire era opacado por el traqueteo de las llantas mecánicas de la locomotora a vapor que se acercaba a aquella ciudad. Si bien es cierto que en esos lares estaban acostumbrados al sonido del metal por otras razones, no terminaba de resultar paradójico considerando que se encontraba ubicada en la llamada Planicie del Silencio.

Los Herreros era un sitio comercial que se dedicaba a la producción de las herramientas bélicas empleadas por la mayoría de los shinobis de todos los rincones de Ōnindo, pero aún así era un lugar muy agradable.

En esta ocasión el de ojos dispares había hecho un nuevo viaje buscando una vez más algo que le ayudase a mejorar y prepararse como futuro jefe de su clan. Estaba más feliz de lo habitual, pues desde hace tiempo había escuchado de ese lugar y tras muchos años por fin había logrado visitarlo. Su idea era aprender sobre el arte de la herrería, a pesar de que entre los de su clan habían grandes artesanos consideraba necesario no encerrarse únicamente dentro de su círculo, quería apreciar el trabajo fuera de su tierra y para él no había mejor lugar que los herreros.

"Lo mejor de todo es que aquí parece que el clima es normal"

En sus anteriores viajes se había expuesto a situaciones ambientales extremas, por lo que al bajar del tren y salir de la estación simplemente dejó que el viento jugase con sus cabellos. Sacó un pequeño folletito de un morral que llevaba y tras echarle una ojeada lo guardó de nuevo, se ajustó su capa de viaje y se adentró en la mítica ciudad.

El sonido de los hombres trabajando se escuchaba en cada calle y en cada avenida, estaba casi seguro de que no había cuadra donde no hubiera al menos una herrería. Pronto su gustó salió a flote al ver la cantidad de tiendas de armamento, de todos los tamaños y formas.

"¡Sugoi"

Pensaba entusiasmado mientras veía un extraño sable con guarnición de lazo muy distinto a las habituales katanas, estaba tan entusiasmado que se le había olvidado el motivo de su visita. Se paseaba de local en local con los ojos brillantes observando cada arma, en especial las de filo, apreciando hasta el más mínimo detalle y quizás lamentándose por no poder tenerlas todas, su padre lo ahorcaría con total seguridad.

"No se porqué mi padre está tan preocupado por eso"

El espadachín no estaba del todo consciente, pero lo más seguro es que de no ser por esa restricción ya tendría su cuarto lleno de objetos punzocortantes.

"...Tan mortal que sería terrible que alguien la usara para matar..." Se decía mientras observaba con una extraña expresión de serenidad una tachi exhibida tras un cristal.