14/09/2016, 01:56
"Por las raíces del Árbol Sagrado"
El manual del buen comportamiento de la pelimorada parecía que no incluía la regla de no usar adjetivos despectivos para referirse a las personas. Y tampoco parecía enseñar que no se puede ir por la vida intentando golpear a la gente porque hace algo que te desagrada.
—¡Tomoe-chan!— Intentó llamarla, pero la kunoichi ya se había escabullido entre la multitud para dirigirse hasta el centro de todo ese festival de la locura —Esto se va a poner feo— Pensó en voz alta.
En el centro se encontraba un sujeto flaco y de pelos castaños, vestido con ropas simples y sosteniendo la más grande de todas las pancartas. Al escuchar las palabras de la chiquilla volteó a verla y parpadeó varias veces antes de decidirse a sacar unos anteojos de su bolsillo y ponérselos para poder distinguir mejor a la pequeña.
—Pero que niña mas maleducada. ¿No te enseñaron a respetar tus mayores? FUERA DE AQUÍ— Le recriminó y luego se dió la vuelta, ignorando por completo su amenaza para luego seguir con sus consignas —¡Las armas no son la solución! ¡Debemos dejar de ser cómplices en la fabricación de los artefactos que causan los conflictos bélicos en esta tierra! ¡Por un mundo sin armas y sin ninjas!— Gritó y el resto del grupo le vitoreó.
El Takanashi logró escuchar el discurso mientras se abría paso entre la multitud. Aquellas palabras le resultaron algo tontas hasta para él; había que ser realistas, Ōnindo no iba a cambiar así como así.
"Por mucho que deseen un mundo de paz no es más que un sueño"
El kenjutsero tomó el cuello de su capa y lo levantó para ocultar parte de su rostro además de la bandana, sí esos tipos estaban en contra de los ninjas no iban a portarse muy amigables con él. Además, aunque fuera una protesta pacífica había que estar preparado por si se armaba un motín. Por ahora avanzaba entre la gente, tratando de llegar hasta la niña y sacarla de ahí antes de que todo empeorase.
—¡Tomoe-chan!— Intentó llamarla de nuevo.
El manual del buen comportamiento de la pelimorada parecía que no incluía la regla de no usar adjetivos despectivos para referirse a las personas. Y tampoco parecía enseñar que no se puede ir por la vida intentando golpear a la gente porque hace algo que te desagrada.
—¡Tomoe-chan!— Intentó llamarla, pero la kunoichi ya se había escabullido entre la multitud para dirigirse hasta el centro de todo ese festival de la locura —Esto se va a poner feo— Pensó en voz alta.
En el centro se encontraba un sujeto flaco y de pelos castaños, vestido con ropas simples y sosteniendo la más grande de todas las pancartas. Al escuchar las palabras de la chiquilla volteó a verla y parpadeó varias veces antes de decidirse a sacar unos anteojos de su bolsillo y ponérselos para poder distinguir mejor a la pequeña.
—Pero que niña mas maleducada. ¿No te enseñaron a respetar tus mayores? FUERA DE AQUÍ— Le recriminó y luego se dió la vuelta, ignorando por completo su amenaza para luego seguir con sus consignas —¡Las armas no son la solución! ¡Debemos dejar de ser cómplices en la fabricación de los artefactos que causan los conflictos bélicos en esta tierra! ¡Por un mundo sin armas y sin ninjas!— Gritó y el resto del grupo le vitoreó.
El Takanashi logró escuchar el discurso mientras se abría paso entre la multitud. Aquellas palabras le resultaron algo tontas hasta para él; había que ser realistas, Ōnindo no iba a cambiar así como así.
"Por mucho que deseen un mundo de paz no es más que un sueño"
El kenjutsero tomó el cuello de su capa y lo levantó para ocultar parte de su rostro además de la bandana, sí esos tipos estaban en contra de los ninjas no iban a portarse muy amigables con él. Además, aunque fuera una protesta pacífica había que estar preparado por si se armaba un motín. Por ahora avanzaba entre la gente, tratando de llegar hasta la niña y sacarla de ahí antes de que todo empeorase.
—¡Tomoe-chan!— Intentó llamarla de nuevo.