17/09/2016, 15:40
Al ver el pequeño e insignificante hililo de sangre que descendía de una de las fosas nasales del rubio, Eri, que por algo era médica, se alarmó exageradamente.
— ¡Nabi! Espera, deja que te ayude. Mira hacia arriba.
— ¿Para qué voy a mirar arriba? Prefiero mirarte a ti, que eres más bonita que esa cosa azul que está detrás de las nubes.
Intentó levantarse como si tal cosa, pero Eri era más rápida y más fuerte que él, para su desgracia. Así que lo cogió y empezó a hacerle una operación a nariz abierta. Sin embargo, en cuanto detuvo la sangre que salía por aquel orificio, empezó a salir por el que estaba justo al lado.
— Pues un poco mareado sí que estoy. ¿Me estoy muriendo otra vez?
Sacó la lengua haciendose el muerto.
— Oh, bien... Dudo mucho que se levante en un rato...
La expresión del rubio se tornó algo más sombría. Miraba a la peliazul con un miedo que era palpable.
"Oh dios mio, ya está, la ha matado con uno de sus Okashos. Tendría que haber intentado detenerla. Pobrecilla, tendrán que aguantarle los organos internos con senbon por el resto de su vida."
— La has... ya sabes... tratado ésta enfermedad llamada vida. Entiendo. No se levantará en un rato, un rato llamado eternidad.
El tono del Uchiha se tornó melodramatico y notoriamente cómico, como si estuviera haciendo una obra de teatro con temas filosoficos y formas literarias profundas y elaboradas.
— Hola otra vez, puede que el lengua suelta este tenga algo que decirnos ahora que le he refrescado las ideas. ¿Vosotros estáis bien? ¿Sabéis algo ya?
— ¡Hostias! El papi morsa de Kaiten, ¿donde está Kaiten? Tengo que enseñarle a su papi. Aunque puede que ya se conozcan. ¿Tendrán algún aullido especial para ecolocalizar a sus crias?
— Solo es gente que le gusta armar jaleo, con reportarlos a Shiona-sama dudo mucho que sigan haciendo de las suyas por aquí. Deberías llevarte a tus compañeros de aquí, no están por la labor de moverse por ellos mismos.
Aunque podía parecer que el rubio sudaba olimpicamente de lo que hablaban, sus orejas escuchaban mientras su cerebro estaba de fiesta, por si en algún momento, como aquel, tenía que decir algo que aportará información sólida al asunto.
— Eri tiene razón, no tienen neuronas suficientes para ser malvados. Se creían que podían hacer lo que les viniese en gana sin tener en cuenta nada ni a nadie.
— ¡Nabi! Espera, deja que te ayude. Mira hacia arriba.
— ¿Para qué voy a mirar arriba? Prefiero mirarte a ti, que eres más bonita que esa cosa azul que está detrás de las nubes.
Intentó levantarse como si tal cosa, pero Eri era más rápida y más fuerte que él, para su desgracia. Así que lo cogió y empezó a hacerle una operación a nariz abierta. Sin embargo, en cuanto detuvo la sangre que salía por aquel orificio, empezó a salir por el que estaba justo al lado.
— Pues un poco mareado sí que estoy. ¿Me estoy muriendo otra vez?
Sacó la lengua haciendose el muerto.
— Oh, bien... Dudo mucho que se levante en un rato...
La expresión del rubio se tornó algo más sombría. Miraba a la peliazul con un miedo que era palpable.
"Oh dios mio, ya está, la ha matado con uno de sus Okashos. Tendría que haber intentado detenerla. Pobrecilla, tendrán que aguantarle los organos internos con senbon por el resto de su vida."
— La has... ya sabes... tratado ésta enfermedad llamada vida. Entiendo. No se levantará en un rato, un rato llamado eternidad.
El tono del Uchiha se tornó melodramatico y notoriamente cómico, como si estuviera haciendo una obra de teatro con temas filosoficos y formas literarias profundas y elaboradas.
— Hola otra vez, puede que el lengua suelta este tenga algo que decirnos ahora que le he refrescado las ideas. ¿Vosotros estáis bien? ¿Sabéis algo ya?
— ¡Hostias! El papi morsa de Kaiten, ¿donde está Kaiten? Tengo que enseñarle a su papi. Aunque puede que ya se conozcan. ¿Tendrán algún aullido especial para ecolocalizar a sus crias?
— Solo es gente que le gusta armar jaleo, con reportarlos a Shiona-sama dudo mucho que sigan haciendo de las suyas por aquí. Deberías llevarte a tus compañeros de aquí, no están por la labor de moverse por ellos mismos.
Aunque podía parecer que el rubio sudaba olimpicamente de lo que hablaban, sus orejas escuchaban mientras su cerebro estaba de fiesta, por si en algún momento, como aquel, tenía que decir algo que aportará información sólida al asunto.
— Eri tiene razón, no tienen neuronas suficientes para ser malvados. Se creían que podían hacer lo que les viniese en gana sin tener en cuenta nada ni a nadie.
—Nabi—