Loa aleredores de la calzada eran un completo caos, pero la pelimorada estaba ahí parada como sí nada, como observando una simple película mientras el motín tenía lugar. Incluso se podía ver ya a algunos tantos uniformados intentando apaciguar a la gente con resultados infructuosos.
"Por las cejas de Yubiwa"
La niña se volteó y el Takanashi no supo que le sorprendió más: Si aquellos ojos rojos o lo que acababa de decir. Reconoció fácilmente aquel doujutsu, pues sus portadores por lo general se hacían recordar por las buenas o por las malas. Casi siempre que se topaba con un Uchiha la actitud de estos resultaba bastante extraña, tenía fuertes razones para creer que todos los de ese clan estaban trastornados.
—Hablas como si no supieras que golpear civiles es ilegal— Respondió molesto. Aquel amotinamiento rebasó su límite de paciencia —Te advertí que si seguías con esa actitud no te iba a ayudar. Así que me largo, con permiso— Hizo una reverencia para despedirse y luego se dió la vuelta para irse del sitio.
Simplemente se echó a saltar rápidamente para perderse entre los edificios. Si le seguían o no le daba igual. Por primera vez en su vida iba a dejar a alguien vendido a su suerte, sin importarle que fuera una niña pequeña. De por sí se había tomado demasiada molestia en ir a una parte de la ciudad totalmente contraria a su destino, pero él no era mandadero de nadie para tolerar que lo tratarán así. Lo que pasara ahora con Tomoe no era su problema, si bien hacer eso iba en contra de casi todos sus principios creía que hasta para ser amable había un límite. Talvez se arrepentiría luego o talvez no, no lo sabía.
"Por las cejas de Yubiwa"
La niña se volteó y el Takanashi no supo que le sorprendió más: Si aquellos ojos rojos o lo que acababa de decir. Reconoció fácilmente aquel doujutsu, pues sus portadores por lo general se hacían recordar por las buenas o por las malas. Casi siempre que se topaba con un Uchiha la actitud de estos resultaba bastante extraña, tenía fuertes razones para creer que todos los de ese clan estaban trastornados.
—Hablas como si no supieras que golpear civiles es ilegal— Respondió molesto. Aquel amotinamiento rebasó su límite de paciencia —Te advertí que si seguías con esa actitud no te iba a ayudar. Así que me largo, con permiso— Hizo una reverencia para despedirse y luego se dió la vuelta para irse del sitio.
Simplemente se echó a saltar rápidamente para perderse entre los edificios. Si le seguían o no le daba igual. Por primera vez en su vida iba a dejar a alguien vendido a su suerte, sin importarle que fuera una niña pequeña. De por sí se había tomado demasiada molestia en ir a una parte de la ciudad totalmente contraria a su destino, pero él no era mandadero de nadie para tolerar que lo tratarán así. Lo que pasara ahora con Tomoe no era su problema, si bien hacer eso iba en contra de casi todos sus principios creía que hasta para ser amable había un límite. Talvez se arrepentiría luego o talvez no, no lo sabía.