25/09/2016, 15:26
Por una curiosa casualidad del destino, resulto que tanto el oxigenado como el peliblanco coincidieron en su deseo de que fuese Juro quien diera la cara en aquella ocasión. Aquello dejo al pobre chico del látigo con pocas o ninguna posibilidad de negarse.
— No tiene gracia... — Sin embargo, abandonó su postura relajada y miró en dirección hacia la casa, con ademán de ir — Pero tienes razón. Yo me encargo esta vez.
En realidad, no se trataba de tener o no la razón. El hecho era que más nadie quería hacer ese trabajo y el Eikyu era el único que no tenía argumentos como para como para tratar de abandonar aquella pesada tarea.
«A mal paso darle prisa, ¿no?», pensó mientras su compañero se despedía cortésmente, dispuesto a ir y adentrarse en aquella casa.
Así fue como el Uchiha mestizo y el Ishimura pura sangre quedaron solos.
Le observó durante unos instantes con sus grises ojos, tratando de dilucidar qué emociones se ocultaban tras su, permanentemente pétrea, expresión. Al final, no dedujo nada, excepto que aquel joven solo pensaba en cosas oscuras y amargas. «No vale la pena el buscarle conversación a alguien tan huraño»
Hacia un poco de calor, por lo que se quitó su suéter azul y se quedó en camiseta. Busco un lugar donde sentarse y procedió a reclinarse. Ahí se quedaría descansando mientras posaba sus ojos en las blancas nubes que se desplazaban lentamente por el azul del cielo infinito.
— No tiene gracia... — Sin embargo, abandonó su postura relajada y miró en dirección hacia la casa, con ademán de ir — Pero tienes razón. Yo me encargo esta vez.
En realidad, no se trataba de tener o no la razón. El hecho era que más nadie quería hacer ese trabajo y el Eikyu era el único que no tenía argumentos como para como para tratar de abandonar aquella pesada tarea.
«A mal paso darle prisa, ¿no?», pensó mientras su compañero se despedía cortésmente, dispuesto a ir y adentrarse en aquella casa.
Así fue como el Uchiha mestizo y el Ishimura pura sangre quedaron solos.
Le observó durante unos instantes con sus grises ojos, tratando de dilucidar qué emociones se ocultaban tras su, permanentemente pétrea, expresión. Al final, no dedujo nada, excepto que aquel joven solo pensaba en cosas oscuras y amargas. «No vale la pena el buscarle conversación a alguien tan huraño»
Hacia un poco de calor, por lo que se quitó su suéter azul y se quedó en camiseta. Busco un lugar donde sentarse y procedió a reclinarse. Ahí se quedaría descansando mientras posaba sus ojos en las blancas nubes que se desplazaban lentamente por el azul del cielo infinito.