25/09/2016, 19:42
(Última modificación: 25/09/2016, 19:43 por Uchiha Akame.)
Era evidente que la repentina —aunque cortés— presentación del Uchiha cogió por sorpresa a ambos viajeros. El de los ojos grises se puso en pie lentamente, como meditando cuidadosamente cada movimiento, para despojarse de su sombrero y su capa. Luego clavó la mirada en los oscuros ojos de Akame, y sin abandonar aquella actitud en aparente calma —pero claramente con la guardia en alto— le estrechó la mano. No dio su nombre, algo que hizo sonreír ligeramente al gennin de Takigakure. Akame examinó cuidadosamente al chico de ojos grises; si bien no llevaba bandana ninguna, estaba claro que sabría utilizar la espada que llevaba en el cinturón. Aquel tipo le provocaba una sensación extraña, todo en él parecía ser blanco o gris, como el reflejo pintado de su calmada expresión. «Un tipo curioso...»
Luego se presentó su compañero de aldea, visiblemente sorprendido, tanto que hasta se trabó al decir su propio nombre. «¿O acaso de verdad se apellida Ta-takanashi? No parece correcto...» Sea como fuere, al Uchiha le agradó la tímida sonrisa de su colega, y respondió de la misma forma.
Sin embargo, hasta un niño pequeño se habría dado cuenta de que la tensión se palpaba en el ambiente. No por parte de Akame, claro, que estaba tan relajado como siempre —es decir, lo justo para no perder detalle ni bajar la guardia—, sino por aquellos dos muchachos. Pese a las buenas formas del Uchiha —o quizá debido a eso—, parecían incómodos con su presencia. Akame suspiró con un deje molesto. Pese a que, en realidad, esa era la actitud que un shinobi debía mantener con los desconocidos, en aquel momento la imperiosa necesidad de asegurarse un entretenimiento para el resto de la noche le parecía mucho más relevante.
—¿Quizás habría sido mejor que me sentara al otro lado del vagón e intercambiásemos miradas durante un buen rato para demostrar que somos tipos duros? —no había enfado ni intención de ofender en su voz, aunque sus palabras fuesen, probablemente, demasiado directas—. Sé que la cortesía no es una virtud que abunde entre los de nuestra profesión, pero os aseguro que mis intenciones son de lo más honestas. Me espera una larga noche, como a todos, y creo que un poco de compañía nos hará este viaje mucho menos tedioso.
»Vamos, muchachos. Estoy seguro de que podemos al menos compartir unas cuantas historias interesantes. ¿Qué me decís?
Luego se presentó su compañero de aldea, visiblemente sorprendido, tanto que hasta se trabó al decir su propio nombre. «¿O acaso de verdad se apellida Ta-takanashi? No parece correcto...» Sea como fuere, al Uchiha le agradó la tímida sonrisa de su colega, y respondió de la misma forma.
Sin embargo, hasta un niño pequeño se habría dado cuenta de que la tensión se palpaba en el ambiente. No por parte de Akame, claro, que estaba tan relajado como siempre —es decir, lo justo para no perder detalle ni bajar la guardia—, sino por aquellos dos muchachos. Pese a las buenas formas del Uchiha —o quizá debido a eso—, parecían incómodos con su presencia. Akame suspiró con un deje molesto. Pese a que, en realidad, esa era la actitud que un shinobi debía mantener con los desconocidos, en aquel momento la imperiosa necesidad de asegurarse un entretenimiento para el resto de la noche le parecía mucho más relevante.
—¿Quizás habría sido mejor que me sentara al otro lado del vagón e intercambiásemos miradas durante un buen rato para demostrar que somos tipos duros? —no había enfado ni intención de ofender en su voz, aunque sus palabras fuesen, probablemente, demasiado directas—. Sé que la cortesía no es una virtud que abunde entre los de nuestra profesión, pero os aseguro que mis intenciones son de lo más honestas. Me espera una larga noche, como a todos, y creo que un poco de compañía nos hará este viaje mucho menos tedioso.
»Vamos, muchachos. Estoy seguro de que podemos al menos compartir unas cuantas historias interesantes. ¿Qué me decís?