30/09/2016, 22:47
(Última modificación: 30/09/2016, 22:47 por Amedama Daruu.)
El grito del ladrón sobresaltó a Daruu, quien buscó la mirada preocupado de sus compañeros. Encontró la de Karamaru, pero era de todo menos de preocupación. Parecía hasta contento de que hubiera problemas.
«Menudo idiota.»
—Vamos también —dijo Mogura, y él y Daruu saltaron al mismo tiempo en la barandilla de la azotea.
—¿Por qué ha sonreído? —le preguntó, y bajó por la fachada sin esperar respuesta tras encogerse de hombros.
Descendió junto a la lluvia, y como ella se precipitó hacia el suelo, pero en el último momento dio un brinco y voló en paralelo al suelo, dio una voltereta y patinó un momento. Un par de mujeres, que estaban tratando de reparar una máquina expendedora de bebidas, tuvieron que apartarse para que Daruu no las arrollara.
—¡Perdón, perdón!
Hizo una seña y él y sus compañeros siguieron los gritos del niño. Daruu giró una calle, y luego otra, y llegó frente a un muchacho desvalido, que vestía apenas una camisa de lino y unos pantalones rotos. Iba descalzo, y la magullada piel de sus pies, llena de callos, revelaba más de lo que podría haberles contado en una hora sobre su vida en la calle.
—Ayuda... ayuda...
—¿Qué ha pasado? ¿Quién es el ladrón?
—El colgante de mamá... se lo ha llevado... Iba a venderlo para comprar comida, dijo que me pagaría mucho dinero, que lo tenía guardado en el callejón... Señor ninja, por favor...
—¿Cómo era ese hombre?
—Pues... era... era... era rubio y bajito, regordete... Tenía un cinturón muy raro y de color muy chillón... Se fue por allí —Señaló la otra apertura del callejón.
Daruu salió corriendo inmediatamente en esa dirección.
—¡Ve a la Torre de la Academia y entra a la recepción! ¡Quédate allí hasta que volvamos!
Los shinobi registraron todos los callejones adyacentes, pero no había ni rastro del mangante. Daruu resopló, se apoyó en una pared y se apartó el agua de lluvia de la cara con el dorso de la capa.
—Mierda... Quiero ayudar a ese crío. ¿Habéis visto como está malviviendo? Y todo eso bajo la lluvia.
»No quiero ni pensar en lo que le ha pasado a su madre. Por cómo hablaba ese colgante se lo ha dado hace poco. Y eso sólo puede significar...
Sacudió la cabeza.
«Menudo idiota.»
—Vamos también —dijo Mogura, y él y Daruu saltaron al mismo tiempo en la barandilla de la azotea.
—¿Por qué ha sonreído? —le preguntó, y bajó por la fachada sin esperar respuesta tras encogerse de hombros.
Descendió junto a la lluvia, y como ella se precipitó hacia el suelo, pero en el último momento dio un brinco y voló en paralelo al suelo, dio una voltereta y patinó un momento. Un par de mujeres, que estaban tratando de reparar una máquina expendedora de bebidas, tuvieron que apartarse para que Daruu no las arrollara.
—¡Perdón, perdón!
Hizo una seña y él y sus compañeros siguieron los gritos del niño. Daruu giró una calle, y luego otra, y llegó frente a un muchacho desvalido, que vestía apenas una camisa de lino y unos pantalones rotos. Iba descalzo, y la magullada piel de sus pies, llena de callos, revelaba más de lo que podría haberles contado en una hora sobre su vida en la calle.
—Ayuda... ayuda...
—¿Qué ha pasado? ¿Quién es el ladrón?
—El colgante de mamá... se lo ha llevado... Iba a venderlo para comprar comida, dijo que me pagaría mucho dinero, que lo tenía guardado en el callejón... Señor ninja, por favor...
—¿Cómo era ese hombre?
—Pues... era... era... era rubio y bajito, regordete... Tenía un cinturón muy raro y de color muy chillón... Se fue por allí —Señaló la otra apertura del callejón.
Daruu salió corriendo inmediatamente en esa dirección.
—¡Ve a la Torre de la Academia y entra a la recepción! ¡Quédate allí hasta que volvamos!
Los shinobi registraron todos los callejones adyacentes, pero no había ni rastro del mangante. Daruu resopló, se apoyó en una pared y se apartó el agua de lluvia de la cara con el dorso de la capa.
—Mierda... Quiero ayudar a ese crío. ¿Habéis visto como está malviviendo? Y todo eso bajo la lluvia.
»No quiero ni pensar en lo que le ha pasado a su madre. Por cómo hablaba ese colgante se lo ha dado hace poco. Y eso sólo puede significar...
Sacudió la cabeza.