1/10/2016, 20:23
Tras el descenso en velocidad Daruu se había puesto al frente y el calvo lo siguió sin chistar. Sin prestar atención hacía donde iban Karamaru iba a ritmo constante tras su compañero que parecía más determinado a guiarlos, cómo si tomar la batuta fuese algo natural para él.
«Juraría que provenía del otro lado, espero no tener razón»
Y por suerte no la tenía, ya que el morocho había encontrado al niño en cuestión de segundos. Después de un año entrenando el monje ya sabía en que debería seguir mejorando, un oído así no es bueno para ser shinobi.
—¿Qué ha pasado? ¿Quién es el ladrón?
—El colgante de mamá... se lo ha llevado... Iba a venderlo para comprar comida, dijo que me pagaría mucho dinero, que lo tenía guardado en el callejón...
—¿Cómo era ese hombre?
—Pues... era... era... era rubio y bajito, regordete... Tenía un cinturón muy raro y de color muy chillón... Se fue por allí.
Una mezcla de tristeza y rabia se apoderó del cenobita que atónito veía una situación completamente injusta. Si Yui conocía la situación de estas personas la gran pregunta es por qué no hacía nada para evitarlo. No debe de ser fácil manejar la aldea pero cosas como esas no pueden ocurrir, y Karamaru se lo reclamaría en algún momento.
«Allá vamos»
Siguiendo la estela que la capa azul y verde dejaba el calvo corría buscando al gordo rubio y mal hombre que se había aprovechado del nene. Pero su ubicación fue indescifrable y los tres shinobi se volvieron a juntar tras la búsqueda con la misma cara de desilusión.
No quiero ni pensar en lo que le ha pasado a su madre. Por cómo hablaba ese colgante se lo ha dado hace poco. Y eso sólo puede significar...
Muerte. Lo sé. Con suerte podemos llegar a pensar que fue abandonado, pero lo dudo bastante.- Karamaru negó con la cabeza.
En algún lado ese hombre debe de estar y no debe de ser lejos de aquí, ¿A ninguno se le ocurre nada?
La verdad es que el pelado no conocía bien las calles de la ciudad como para llevar una búsqueda exhaustiva así que esperó paciente la respuesta de alguno de sus compatriotas.
«Juraría que provenía del otro lado, espero no tener razón»
Y por suerte no la tenía, ya que el morocho había encontrado al niño en cuestión de segundos. Después de un año entrenando el monje ya sabía en que debería seguir mejorando, un oído así no es bueno para ser shinobi.
—¿Qué ha pasado? ¿Quién es el ladrón?
—El colgante de mamá... se lo ha llevado... Iba a venderlo para comprar comida, dijo que me pagaría mucho dinero, que lo tenía guardado en el callejón...
—¿Cómo era ese hombre?
—Pues... era... era... era rubio y bajito, regordete... Tenía un cinturón muy raro y de color muy chillón... Se fue por allí.
Una mezcla de tristeza y rabia se apoderó del cenobita que atónito veía una situación completamente injusta. Si Yui conocía la situación de estas personas la gran pregunta es por qué no hacía nada para evitarlo. No debe de ser fácil manejar la aldea pero cosas como esas no pueden ocurrir, y Karamaru se lo reclamaría en algún momento.
«Allá vamos»
Siguiendo la estela que la capa azul y verde dejaba el calvo corría buscando al gordo rubio y mal hombre que se había aprovechado del nene. Pero su ubicación fue indescifrable y los tres shinobi se volvieron a juntar tras la búsqueda con la misma cara de desilusión.
No quiero ni pensar en lo que le ha pasado a su madre. Por cómo hablaba ese colgante se lo ha dado hace poco. Y eso sólo puede significar...
Muerte. Lo sé. Con suerte podemos llegar a pensar que fue abandonado, pero lo dudo bastante.- Karamaru negó con la cabeza.
En algún lado ese hombre debe de estar y no debe de ser lejos de aquí, ¿A ninguno se le ocurre nada?
La verdad es que el pelado no conocía bien las calles de la ciudad como para llevar una búsqueda exhaustiva así que esperó paciente la respuesta de alguno de sus compatriotas.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘