13/10/2016, 18:03
Y así fue como los tres muchachos llegaron a la conclusión de que tenían hambre. Akame lideró la marcha hacia el vagón restaurante, seguido de Kazuma «el Fantasma» y Tatsuya «el Tímido»; sí, ya les había puesto apodos. Él era así, le gustaba encontrar lo épico y lo curioso en cada detalle, porque eso mismo endulzaba luego cualquier historia. Y si algo le gustaba a aquel Uchiha, eran las historias.
Cruzaron un total de cuatro vagones hasta llegar a la cafetería del tren. Era sorprendentemente amplia, muy bien decorada —mejor que el resto de vagones de clase turista, como el que ocupaban ellos— y un par de chicos en uniforme que atendían a los comensales. Uno de ellos era el que poco antes había aparecido por su vagón para avisarles del aperitivo, y nada más verles, se acercó con diligencia.
—Buenas noches, señores. Lamentablemente, no nos quedan mesas libres, de modo que deberán compartir... Si no les importa —Akame negó con la cabeza—. Allí, al fondo a la izquierda.
El Uchiha, bien educado, agradeció la atención y caminó entre las mesas hasta la que les había indicado el camarero. En ella había cuatro sillas, una de ellas ocupada. Allí sentado se encontraba un hombre de unos cuarenta años, de espalda ancha y cabello negro y corto. Vestía con ropas pretendidamente elegantes y caras... Y totalmente pasadas de moda. Entre manos tenía un plato ancho, repleto de verduras estofadas y trozos de carne con salsa que devoraba ayudándose de un mendrugo de pan.
—Buenas noches —saludó el Uchiha, sentándose frente al tipo.
—¡Buenas noche'! —respondió él, con un cordial acento rural—. Centarce, chiquillos, centarce, que zos va enfría la comida. Pedirce el pollo teriyaki con verdura', ¡me cago en la má! Está pa' morirce.
Akame había escuchado muchos acentos durante su vida, viajero nato como era, pero nunca uno tan cerrado como aquel. «Por todos los dioses, ni en las montañas del País de la Tierra hablan así». Pese a todo, hizo su mejor esfuerzo por entenderle y captó una recomendación.
—¿Qué van a tomar? —preguntó el muchacho del servicio, que había vuelto junto a ellos.
—Yo, lo que ha pedido este señor —contestó el Uchiha de Taki—. Y un té verde bien caliente, por favor.
El camarero asintió, diligente, y dirigió la mirada primero hacia Kazuma y luego hacia Tatsuya.
Cruzaron un total de cuatro vagones hasta llegar a la cafetería del tren. Era sorprendentemente amplia, muy bien decorada —mejor que el resto de vagones de clase turista, como el que ocupaban ellos— y un par de chicos en uniforme que atendían a los comensales. Uno de ellos era el que poco antes había aparecido por su vagón para avisarles del aperitivo, y nada más verles, se acercó con diligencia.
—Buenas noches, señores. Lamentablemente, no nos quedan mesas libres, de modo que deberán compartir... Si no les importa —Akame negó con la cabeza—. Allí, al fondo a la izquierda.
El Uchiha, bien educado, agradeció la atención y caminó entre las mesas hasta la que les había indicado el camarero. En ella había cuatro sillas, una de ellas ocupada. Allí sentado se encontraba un hombre de unos cuarenta años, de espalda ancha y cabello negro y corto. Vestía con ropas pretendidamente elegantes y caras... Y totalmente pasadas de moda. Entre manos tenía un plato ancho, repleto de verduras estofadas y trozos de carne con salsa que devoraba ayudándose de un mendrugo de pan.
—Buenas noches —saludó el Uchiha, sentándose frente al tipo.
—¡Buenas noche'! —respondió él, con un cordial acento rural—. Centarce, chiquillos, centarce, que zos va enfría la comida. Pedirce el pollo teriyaki con verdura', ¡me cago en la má! Está pa' morirce.
Akame había escuchado muchos acentos durante su vida, viajero nato como era, pero nunca uno tan cerrado como aquel. «Por todos los dioses, ni en las montañas del País de la Tierra hablan así». Pese a todo, hizo su mejor esfuerzo por entenderle y captó una recomendación.
—¿Qué van a tomar? —preguntó el muchacho del servicio, que había vuelto junto a ellos.
—Yo, lo que ha pedido este señor —contestó el Uchiha de Taki—. Y un té verde bien caliente, por favor.
El camarero asintió, diligente, y dirigió la mirada primero hacia Kazuma y luego hacia Tatsuya.