16/10/2016, 18:56
(Última modificación: 16/10/2016, 18:57 por Amedama Daruu.)
Eran las nueve de la mañana. Daruu había terminado de desayunar en la cabaña que su madre tenía en Yachi. No solía visitarla, pero de vez en cuando convenía huir del clima lloviznoso de Amegakure para disfrutar de la tranquilidad del silencio provocado por la ausencia de tormenta. Cada vez le convenía más, y cada vez estaba más asustado. ¿Estaba perdiendo su alma de Amegakuriense a raíz de haber viajado junto a Seremaru?
«A lo mejor le doy demasiadas vueltas...»
El revisor pasó al lado suyo, lo observó de reojo y señaló al tren, que estaba aparcado desde hacía un rato allí.
—Oye, chaval —avisó—. El tren está a punto de salir. Si no te subes ya, vas a quedarte esperando el siguiente hasta la hora de comer.
¡Oh! ¡Gracias, gracias! —Daruu despertó de su trance, se levantó y subió de dos zancadas dentro del tren.
Era una tecnología bastante novedosa, y también era bastante temprano. Los dos factores juntos hicieron que Daruu disfrutase de un viaje prácticamente a solas durante un rato. Al menos, en su vagón no había nadie.
Pero a medio camino entre Yachi y Shinogi-to, en plenas Llanuras de la Tempestad Eterna, algo hizo que el motor del tren pegara un estallido, hizo bambolear a toda la tripulación y todos los viajeros y detuvo el tren.
—¿Pero qué demonios...?
Daruu se levantó, puso una mano en el hueco de la ventana y dio una ágil voltereta hacia arriba, subiendo al techo del tren. Con la mano como visera, intentó vislumbrar si el tren había chocado contra algo, pero parecía sólo una avería.
«Me cago en la puta... Ahora sí que la hemos liado. ¿Me cundiría más bajar y coger El Túnel, o...?»
«A lo mejor le doy demasiadas vueltas...»
El revisor pasó al lado suyo, lo observó de reojo y señaló al tren, que estaba aparcado desde hacía un rato allí.
—Oye, chaval —avisó—. El tren está a punto de salir. Si no te subes ya, vas a quedarte esperando el siguiente hasta la hora de comer.
¡Oh! ¡Gracias, gracias! —Daruu despertó de su trance, se levantó y subió de dos zancadas dentro del tren.
Era una tecnología bastante novedosa, y también era bastante temprano. Los dos factores juntos hicieron que Daruu disfrutase de un viaje prácticamente a solas durante un rato. Al menos, en su vagón no había nadie.
Pero a medio camino entre Yachi y Shinogi-to, en plenas Llanuras de la Tempestad Eterna, algo hizo que el motor del tren pegara un estallido, hizo bambolear a toda la tripulación y todos los viajeros y detuvo el tren.
—¿Pero qué demonios...?
Daruu se levantó, puso una mano en el hueco de la ventana y dio una ágil voltereta hacia arriba, subiendo al techo del tren. Con la mano como visera, intentó vislumbrar si el tren había chocado contra algo, pero parecía sólo una avería.
«Me cago en la puta... Ahora sí que la hemos liado. ¿Me cundiría más bajar y coger El Túnel, o...?»