20/10/2016, 16:23
— Bueno...esto... Digamos que mi familia se especializa en combatir desde la retaguardia y yo quisiera darle un toque más ofensivo por así decirlo.
— Comprendo... La verdad es que a mí me pasa algo similar, supongo. — Mencionó torciendo la cabeza hacia la derecha.
—Ya te digo...mi abuelo es un viejo diablo, sabe más por viejo que por diablo...ya sabes...A el si que le gusta las buenas ideas, y sobre todo llevarlas a cabo, cueste lo que cuesten. Es un hombre muy pragmático.
— Debes querer mucho a tu abuelo para tener tal confianza como para decir esas cosas. — Pensó en voz alta, a lo que rápidamente se llevó una mano a la boca por lo que acababa de decir, comenzando a morderse su labio inferior.
Sin embargo, cuando la conversión se torció hacia temas más comprometidos para la de Uzushiogakure, su acompañante intentó disculparse haciendo una reverencia a la joven. Ella lo miró con los ojos muy abiertos, moviendo sus manos frente a su cara, restándole importancia al asunto.
— ¡No tienes de qué preocuparte! No conocí a mis padres y me da un poco de pena, seguro que sabían hacer buenas comidas. — Alegó, asintiendo repetidamente mientras hablaba. — Pero mi vecina también cocina muy bien, ¡hace unos postres geniales! Para mí es como... ¡Mi propia tía!
Suspiró al terminar su pequeño discursillo improvisado, retomando el paseo por entre los árboles del bosque de la Hoja. El sonido del viento viajando por entre las hojas y los sonidos que hacían distintos animales inundaban de vida el ambiente y eso, para la de cabellos azules, era de lo mejor que había experimentado en la vida.
—Eri, ¿Quieres que te enseñe otro truco de mi especialidad?
— ¿Otro truco? — Preguntó, retomando el color vivo de sus ojos verdosos. — ¡Claro que me encantaría! ¿Qué es? ¿Cómo el ratoncito tan mono que llevas en el hombro? — Cuestionó, emocionada.
— Comprendo... La verdad es que a mí me pasa algo similar, supongo. — Mencionó torciendo la cabeza hacia la derecha.
—Ya te digo...mi abuelo es un viejo diablo, sabe más por viejo que por diablo...ya sabes...A el si que le gusta las buenas ideas, y sobre todo llevarlas a cabo, cueste lo que cuesten. Es un hombre muy pragmático.
— Debes querer mucho a tu abuelo para tener tal confianza como para decir esas cosas. — Pensó en voz alta, a lo que rápidamente se llevó una mano a la boca por lo que acababa de decir, comenzando a morderse su labio inferior.
Sin embargo, cuando la conversión se torció hacia temas más comprometidos para la de Uzushiogakure, su acompañante intentó disculparse haciendo una reverencia a la joven. Ella lo miró con los ojos muy abiertos, moviendo sus manos frente a su cara, restándole importancia al asunto.
— ¡No tienes de qué preocuparte! No conocí a mis padres y me da un poco de pena, seguro que sabían hacer buenas comidas. — Alegó, asintiendo repetidamente mientras hablaba. — Pero mi vecina también cocina muy bien, ¡hace unos postres geniales! Para mí es como... ¡Mi propia tía!
Suspiró al terminar su pequeño discursillo improvisado, retomando el paseo por entre los árboles del bosque de la Hoja. El sonido del viento viajando por entre las hojas y los sonidos que hacían distintos animales inundaban de vida el ambiente y eso, para la de cabellos azules, era de lo mejor que había experimentado en la vida.
—Eri, ¿Quieres que te enseñe otro truco de mi especialidad?
— ¿Otro truco? — Preguntó, retomando el color vivo de sus ojos verdosos. — ¡Claro que me encantaría! ¿Qué es? ¿Cómo el ratoncito tan mono que llevas en el hombro? — Cuestionó, emocionada.