24/10/2016, 18:02
Nabi se dedicaba a dar vueltas sobre sí mismo sin reparar en que así lo único que conseguiría era un buen mareo, sin embargo, para aprender a levantarse primero tienes que tropezar varias veces, así que lo dejó sin prestarle mucha atención, dirigiéndose al Akimichi que se encontraba dialogando con ella:
— Pues donde queráis, yo ya lo he probado todo en esta ciudad, he pasado por tantos locales que ya ni diferencio. —Alegó, llevándose una mano sobre donde estaba su estómago situado. — Aunque lo de la heladería suena bien, sobre todo para aliviar la arena en la boca.
Eri le dedicó una dulce sonrisa al chico, sin embargo, el grito del rubio les interrumpió:
— ¡Nunca!
La de cabellos azules dejó caer su cabeza y le dedicó una mirada cargada de dudas al Uchiha, que ahora se encontraba acostado sobre la arena, y fue cuando reparó en la presencia de un infante de pelo azabache despeinado y vestido típico de cualquier niño de su edad; que miraba a Nabi con cara de pocos amigos. Éste, por su parte, pareció incluso feliz de verle.
— ¡Hombre, Jonathan! Cuanto tiempo, ¿cómo te trata de vida? ¿Ya eres Gennin? ¿Todavía no? ¿Qué tal tus hijos?
''¿Jonathan?''
— Muere... Maldito.— Acto seguido, el joven comenzó a atacar con arena al chico que se defendió dando vueltas por la playa, tanto rebozándose por ella como corriendo en círculos. Eri no daba crédito a lo que estaba viendo y se quedó estática en el lugar donde se encontraba, con un tic nervioso en el ojo izquierdo.
— ¡Vamos a calmarnos! ¡Por favor!
— ¡Infringiste el contrato! ¡Te voy a denunciar! ¡Explotador!
— ¡No lo entiendes!
— Calla, me has dejado sin chuches cuando me juraste un sueldo digno por el resto de tu vida.
— ¡Eso es mentira! Ahí ya se te está yendo la exageración, además, que ya tienes diez años, ¿chuches? ¡Madura y compra carne de la buena!
— ¡Parad ya! ¡Tú, deja de correr! ¡Y tú de perseguirle!
''¿Pero qué narices acaba de suceder?''
Eri observaba la escena sin observarla del todo, como una mera espectadora entre un público inmenso. Oculta entre sus pensamientos que no la guiaban a ningún lugar en concreto. Miró a Nabi, luego al infanti, y por último a Kaiten.
Y por último al suelo, al que asestó un puñetazo lleno de chakra.
— ¡Bueno basta YA! — Rugió mientras el suelo a sus pies gemía de dolor y los granos de arena salían disparados al aire. Bufó, molesta, mientras seguía mirando al suelo con el puño aún cerrado.
— Pues donde queráis, yo ya lo he probado todo en esta ciudad, he pasado por tantos locales que ya ni diferencio. —Alegó, llevándose una mano sobre donde estaba su estómago situado. — Aunque lo de la heladería suena bien, sobre todo para aliviar la arena en la boca.
Eri le dedicó una dulce sonrisa al chico, sin embargo, el grito del rubio les interrumpió:
— ¡Nunca!
La de cabellos azules dejó caer su cabeza y le dedicó una mirada cargada de dudas al Uchiha, que ahora se encontraba acostado sobre la arena, y fue cuando reparó en la presencia de un infante de pelo azabache despeinado y vestido típico de cualquier niño de su edad; que miraba a Nabi con cara de pocos amigos. Éste, por su parte, pareció incluso feliz de verle.
— ¡Hombre, Jonathan! Cuanto tiempo, ¿cómo te trata de vida? ¿Ya eres Gennin? ¿Todavía no? ¿Qué tal tus hijos?
''¿Jonathan?''
— Muere... Maldito.— Acto seguido, el joven comenzó a atacar con arena al chico que se defendió dando vueltas por la playa, tanto rebozándose por ella como corriendo en círculos. Eri no daba crédito a lo que estaba viendo y se quedó estática en el lugar donde se encontraba, con un tic nervioso en el ojo izquierdo.
— ¡Vamos a calmarnos! ¡Por favor!
— ¡Infringiste el contrato! ¡Te voy a denunciar! ¡Explotador!
— ¡No lo entiendes!
— Calla, me has dejado sin chuches cuando me juraste un sueldo digno por el resto de tu vida.
— ¡Eso es mentira! Ahí ya se te está yendo la exageración, además, que ya tienes diez años, ¿chuches? ¡Madura y compra carne de la buena!
— ¡Parad ya! ¡Tú, deja de correr! ¡Y tú de perseguirle!
''¿Pero qué narices acaba de suceder?''
Eri observaba la escena sin observarla del todo, como una mera espectadora entre un público inmenso. Oculta entre sus pensamientos que no la guiaban a ningún lugar en concreto. Miró a Nabi, luego al infanti, y por último a Kaiten.
Y por último al suelo, al que asestó un puñetazo lleno de chakra.
— ¡Bueno basta YA! — Rugió mientras el suelo a sus pies gemía de dolor y los granos de arena salían disparados al aire. Bufó, molesta, mientras seguía mirando al suelo con el puño aún cerrado.