25/10/2016, 23:42
—¿Vamos ya o esperamos? —preguntó Juro, disimuladamente. Sostenía la llave con la mano derecha, semiabierta.
«Lo mejor es irse pronto», respondió mentalmente.
La situación no era para nada favorable, menos aun cómoda. Aquel hombre de aspecto solitario parecía haber hecho buenas migas con la señora poseedora de una gran imaginación y de mucho tiempo libre.
A pesar de su corta experiencia, Kazuma tenía en claro las posibles consecuencias de las opciones que proponía su compañero del látigo.
«Si le devolvemos la llave ahora mismo, la mujer urdirá alguna treta para quitarse la culpa y arrojarla hacia nosotros. Si se la entregamos en cuanto se marche, puede que no reaccione bien; no sabemos qué le pudo haber dejado dicho la señora y tampoco tiene motivos para creer lo que digamos»
Entonces, ¿Qué era lo que podían hacer?
Con total calma y normalidad, Kazuma se acercó hacia donde estaba Juro y tomó la llave que había sido la fuente de sospecha definitiva para ellos. Disimuladamente se acercó hacia la ventana e hizo un gesto como si fuera a recoger la chaqueta que había dejado tirada. En ese movimiento colocó la pequeña pieza metálica justo en el borde, de manera que cualquiera la pudiese ver en cuanto se acercase, aunque ya comenzaba a oscurecer, así que lo más probable era que el dueño no la encontrara hasta la mañana siguiente.
—Es mejor dejarla ahí y esperar a que el mismo la encuentre —le susurro a sus compañeros—. En realidad, no sé si es la decisión más acertada, pero me haré responsable ante la sensei si es que acaso he obrado mal —aseguro con su habitual gesto tranquilo y despreocupado.
Aguardo en silencio, esperando las palabras que pudiesen provenir del resto del equipo. No imaginaba que hubiese quejas al respecto, pues era la solución que menos problemas y conflictos acarrearía. Aun así… quería saber si sus compañeros tenían alguna pega o si preferían comenzar a caminar para alejarse de aquel sitio.
«Lo mejor es irse pronto», respondió mentalmente.
La situación no era para nada favorable, menos aun cómoda. Aquel hombre de aspecto solitario parecía haber hecho buenas migas con la señora poseedora de una gran imaginación y de mucho tiempo libre.
A pesar de su corta experiencia, Kazuma tenía en claro las posibles consecuencias de las opciones que proponía su compañero del látigo.
«Si le devolvemos la llave ahora mismo, la mujer urdirá alguna treta para quitarse la culpa y arrojarla hacia nosotros. Si se la entregamos en cuanto se marche, puede que no reaccione bien; no sabemos qué le pudo haber dejado dicho la señora y tampoco tiene motivos para creer lo que digamos»
Entonces, ¿Qué era lo que podían hacer?
Con total calma y normalidad, Kazuma se acercó hacia donde estaba Juro y tomó la llave que había sido la fuente de sospecha definitiva para ellos. Disimuladamente se acercó hacia la ventana e hizo un gesto como si fuera a recoger la chaqueta que había dejado tirada. En ese movimiento colocó la pequeña pieza metálica justo en el borde, de manera que cualquiera la pudiese ver en cuanto se acercase, aunque ya comenzaba a oscurecer, así que lo más probable era que el dueño no la encontrara hasta la mañana siguiente.
—Es mejor dejarla ahí y esperar a que el mismo la encuentre —le susurro a sus compañeros—. En realidad, no sé si es la decisión más acertada, pero me haré responsable ante la sensei si es que acaso he obrado mal —aseguro con su habitual gesto tranquilo y despreocupado.
Aguardo en silencio, esperando las palabras que pudiesen provenir del resto del equipo. No imaginaba que hubiese quejas al respecto, pues era la solución que menos problemas y conflictos acarrearía. Aun así… quería saber si sus compañeros tenían alguna pega o si preferían comenzar a caminar para alejarse de aquel sitio.