27/10/2016, 00:29
Ni caso, seguían como perro y gato peleándose por… ¿Por qué? Ni siquiera sabía quién era el jovencito muchacho, al igual que hace un rato tampoco sabía nada de Eri y Nabi, y sin embargo había aparecido ahí de gratis, no entendía nada.
A lo mejor debía hacer algo él, ahora en serio, no como antes que pensaba unirse a su fiesta. Pero no le dio tiempo.
¡¡PUUUFSSHHHHHH!!
Una lluvia de arena azulada o más bien media playa, cayó sobre el relleno muchacho, que por segunda vez en menos de unos minutos le embadurnaban en arena. Del choque da la onda y su cuerpo en forma de enorme pancarta redondita, Kaiten cayó al suelo como una croqueta que se está a punto de rebozar.
- ¡Bueno basta YA!
Alguien le había tomado la iniciativa en intentar parar a esos dos correcaminos. Parpadeó varias veces para intentar ver por encima de su ombligo el estado de la situación después de aquel tsunami de arena, no consiguiendo evitar que se le metieran granos en los ojos y otras zonas del cuerpo, incluso a algunas a las que no llegaba…
Era Eri. Y daba miedo, estaba cabizbaja y sus pelos le tapaban un rostro que se imaginaba de sobra pese a no verlo; la onda no venía de ella en sí, sino de un puñetazo que dio contra el suelo usando algo más que la fuerza. Como consecuencia, aparte de derribarle se había desplazado algunos metros de su posición original, y se encontraba tumbado bocarriba, con su enorme panza entre la muchacha y sus ojos. ¿Y qué había sido de los otros dos? No alcanzaba a ver, los granos empezaron a enlagrimarle los ojos en ese momento.
- ¿Que ha pasado? ¿No veo nada? - Se quejó Kaiten intentando parpadear para aliviar el lagrimeo al mismo tiempo que intentaba incorporarse.
- Ahí va lostie, si no es esa Mizumi Eri y la morsa que no conozco para nada. Qué cosas, eh. Bueno, pues ya que hay una morsa por estos lares, ¿le damos unos latigazos, chata?
No sabía de quien era esa voz, pero lo peor, es que se sintió identificado con lo de morsa.
A lo mejor debía hacer algo él, ahora en serio, no como antes que pensaba unirse a su fiesta. Pero no le dio tiempo.
¡¡PUUUFSSHHHHHH!!
Una lluvia de arena azulada o más bien media playa, cayó sobre el relleno muchacho, que por segunda vez en menos de unos minutos le embadurnaban en arena. Del choque da la onda y su cuerpo en forma de enorme pancarta redondita, Kaiten cayó al suelo como una croqueta que se está a punto de rebozar.
- ¡Bueno basta YA!
Alguien le había tomado la iniciativa en intentar parar a esos dos correcaminos. Parpadeó varias veces para intentar ver por encima de su ombligo el estado de la situación después de aquel tsunami de arena, no consiguiendo evitar que se le metieran granos en los ojos y otras zonas del cuerpo, incluso a algunas a las que no llegaba…
Era Eri. Y daba miedo, estaba cabizbaja y sus pelos le tapaban un rostro que se imaginaba de sobra pese a no verlo; la onda no venía de ella en sí, sino de un puñetazo que dio contra el suelo usando algo más que la fuerza. Como consecuencia, aparte de derribarle se había desplazado algunos metros de su posición original, y se encontraba tumbado bocarriba, con su enorme panza entre la muchacha y sus ojos. ¿Y qué había sido de los otros dos? No alcanzaba a ver, los granos empezaron a enlagrimarle los ojos en ese momento.
- ¿Que ha pasado? ¿No veo nada? - Se quejó Kaiten intentando parpadear para aliviar el lagrimeo al mismo tiempo que intentaba incorporarse.
- Ahí va lostie, si no es esa Mizumi Eri y la morsa que no conozco para nada. Qué cosas, eh. Bueno, pues ya que hay una morsa por estos lares, ¿le damos unos latigazos, chata?
No sabía de quien era esa voz, pero lo peor, es que se sintió identificado con lo de morsa.