2/11/2016, 04:01
—No, nada, es solo que tú rostro se me hace familiar —respondió sin vacilación, mientras daba un par de pasos para acercarse más a la rubia. —. Disculpa sí mi presencia te incomoda, solo quería satisfacer mi curiosidad. —agregó al final. Ciertamente no era el más agraciado físicamente, además, tampoco se caracterizaba por ser el más carismático.
Escuchó con interés las preguntas de la kunoichi, se mantuvo en silencio durante unos segundos antes de responder: —Sí, lo soy, aunque no llevo mucho tiempo de haberme graduado de la academia —¿Hacía cuánto había sido eso? ¿Un año, dos como mucho? El tiempo había pasado tan rápido que él mismo lo había perdido de vista. Además, Reih no quería detalles de más a la rubia. Seguía sin saber quién era y existía la probabilidad de que fuera una ninja de otra aldea -aunque lo dudaba mucho-. —. De Takigakure. Soy Shirayama Reih, un gusto —se presentó cortesmente, pasando la mano por su frente levantando un poco su cabello para que viera el simbolo de su bandana. —. ¿Y tú eres...? —inquirió, mientras volvía a acomodarse el cabello. Ese pregunta era la única razón por la que se había acercado, así que esperaba encontrar una respuesta pronto.
El peliblanco comenzaba a cansarse de estar de pie, más que nada porque había hecho un viaje de varios días y no había descansado desde que llegó. A lo mejor tendría que pasar la noche ahí, en la posada, para recuperar fuerzas y volver a casa. —¿Te importa sí tomo asiento? —preguntó. El mundo era libre y lo sabía, pero no estaba de más de hacer uso de sus modales.
Escuchó con interés las preguntas de la kunoichi, se mantuvo en silencio durante unos segundos antes de responder: —Sí, lo soy, aunque no llevo mucho tiempo de haberme graduado de la academia —¿Hacía cuánto había sido eso? ¿Un año, dos como mucho? El tiempo había pasado tan rápido que él mismo lo había perdido de vista. Además, Reih no quería detalles de más a la rubia. Seguía sin saber quién era y existía la probabilidad de que fuera una ninja de otra aldea -aunque lo dudaba mucho-. —. De Takigakure. Soy Shirayama Reih, un gusto —se presentó cortesmente, pasando la mano por su frente levantando un poco su cabello para que viera el simbolo de su bandana. —. ¿Y tú eres...? —inquirió, mientras volvía a acomodarse el cabello. Ese pregunta era la única razón por la que se había acercado, así que esperaba encontrar una respuesta pronto.
El peliblanco comenzaba a cansarse de estar de pie, más que nada porque había hecho un viaje de varios días y no había descansado desde que llegó. A lo mejor tendría que pasar la noche ahí, en la posada, para recuperar fuerzas y volver a casa. —¿Te importa sí tomo asiento? —preguntó. El mundo era libre y lo sabía, pero no estaba de más de hacer uso de sus modales.