2/11/2016, 16:46
— La próxima vez podrías replantearte hablar con las personas en vez de pelear.
El pobre muchacho no se había hecho popo en los pantalones porque no tenía munición preparada para ello, sino hubiera hecho un agujero en su ropa interior de la velocidad a la que hubiera salido el proyectil. En cuanto reconoció su nueva ubicación y la gente a su alrededor, así como la experiencia increiblemente cercana a la muerte que acababa de vivir, se arrodilló ante la peliazul para suplicar por su vida.
— Perdoneme usted la vida, oh, Eri-kami. No sabía de su condición de divinidad, solo soy un pobre mortal que espera vivir lo suficiente para jubilarse. Oh, Eri-kami-sama.
— ¿Que ha pasado? ¿No veo nada?
— No pasa nada, mantén los ojos cerrados hasta que ellos mismos sean capaces de echar toda la arena.
El chico no tardó en entender lo que estaba pasando.
— ¡Adorada sea Eri-kami-sama! ¡Que es capaz de curar la ceguera!
Seguía arrodillado y reverenciando a la peliazul. Hasta que un compañero de equipo de Nabi apareció en escena y todas las vistas, excepto la del ciego, porque... estaba ciego, se posaron sobre él. Ante el extraño y asalvajado comportamiento del moreno Eri fue la única que habló, porque si ella no les daba permiso, ellos como simples mortales no podían alzar la voz antes de una diosa.
— ¿Juro? ¿Qué haces aquí?
"Mi imitación de Juro ha sido tan increible que hasta Eri se lo ha creido. ¿Cómo puedo ser tan guapo? Bueno, ahora no, ahora soy Juro, soy... del montón. Pero del montón malo."
— ¿Cómo que qué hago aquí? ¡He visto la LatigoSeñal en el cielo! — señaló una nube del cielo que no tenía una forma definida, de hecho, ni siquiera estaba mirando a lo que señalaba. Mantenía la mirada atenta en Eri, mientras se acercaba pasito a pasito. — ¡LatigoMan no puede ignorar la LatigoSeñal! ¿Qué problema teneis, pobres ciudadanos de a pie?
Tras acabar su discurso se subió los pantalones hasta el ombligo de forma un tanto exagerada.
—Nabi—