4/11/2016, 12:26
— ¡Eso es muy cruel! Ahora me dejas con las ganas... —
Esas palabras a pesar de ser en cierto modo duras, a mi me resultó la mar de graciosas, aunque nada más oír aquello no pude evitar abrir los ojos con asombro por lo inesperado que me pareció. La forma de decir aquello solo me llevaba a pensar mal, a fin de cuentas solo era un adolescente con ganas de vivir nuevas sensaciones y emociones. Pero era un caballero y ante todo era un chico muy reservado y, aunque me costará reconocerlo y demostrarlo, era algo tímido.
-No te lo tomes a mal mujer... Le contesté para apaciguar la rabieta de Eri, llevándome la mano a la nuca por lo embarazoso que me resultó. Traté de buscar una escusa, no quería que se enfadara conmigo. Me fui de casa avisando de que iría a Ushi a comerme un chuletón y que regresaría de inmediato... y ya estoy tardando demasiado... -Es que no avisé en casa de que tardaría tanto en volver y a veces se vuelven muy paranoicos con el asunto... Le confesé molesto, pues no era algo que me agradara mucho.
Los carpas que dibujé se perdieron en la inmensidad del lago del Valle del Fin, un lago que escondía mucho más secretos de lo que aparentaba, simplemente que no estaban a la vista de cualquiera que tuviera la más mínima de idea de que efectivamente, habían cosas "ocultas" y claro está, no puedes buscar algo que no sabes que existe.
— ¿A qué viniste, entonces? — Dijo una encantadora Eri, que seguidamente se tapó la boca, como si se hubiera excedido en su curiosidad. Hasta en aquellas cosas hacía despertar en mí un especial interés hacía ella.
La verdad es que fui cruel por dejarla en suspense, dejando que la intriga la devorara por dentro. Pero así era yo, me gustaba hacerme el interesante, aunque la mayoría de las veces solo fuera un simple fanfarrón queriendo demostrar teorías conspiranoicas absurdas.
-Busco unos nombres... Le dije sin más, sin saber si sería prudente darle más detalles... Aunque sabía que eso no sería suficiente. ¿Pero para qué darle una información que todavía no podía contrastar y demostrar?
— ¡No exageres! —
Le dije que sería difícil de olvidar y se lo tomó como algo exagerado. Pero estaba equivocada ¿Cómo podría olvidar a alguien como ella? Sería lo más cercano a cometer un sacrilegio, como cometer un pecado capital.
-¡Claro que no exagero! A partir de hoy, te nombro mi musa Le dije con amplia sonrisa que desbordaba satisfacción por todos los costados.
Pero bueno, no había que encariñarse mucho con las cosas, ni con los momentos agradables que la vida a veces te brindaba. Todo tarde o temprano llegaba a su fin, lo bueno y lo malo son ciclos, cuando acabas uno, empieza otro. Este era el caso, estaría un tiempo que no era capaz de estimar sin volver a ver a Eri, pero me conformaría que cuando volviera a verla siguiera sin novio. Se que suena egoista, pero no lo podía evitar.
— Ha sido un placer conocerte, y espero que pronto, muy pronto; podamos volver a vernos. —
-Espero que sea muy muy pero que muy pronto. Si no me tendré que colar en tu villa poniendo mi vida en riesgo para poder verte aunque solo sea desde la distancia. Le dije con un tono de voz tierno.
Esas palabras a pesar de ser en cierto modo duras, a mi me resultó la mar de graciosas, aunque nada más oír aquello no pude evitar abrir los ojos con asombro por lo inesperado que me pareció. La forma de decir aquello solo me llevaba a pensar mal, a fin de cuentas solo era un adolescente con ganas de vivir nuevas sensaciones y emociones. Pero era un caballero y ante todo era un chico muy reservado y, aunque me costará reconocerlo y demostrarlo, era algo tímido.
-No te lo tomes a mal mujer... Le contesté para apaciguar la rabieta de Eri, llevándome la mano a la nuca por lo embarazoso que me resultó. Traté de buscar una escusa, no quería que se enfadara conmigo. Me fui de casa avisando de que iría a Ushi a comerme un chuletón y que regresaría de inmediato... y ya estoy tardando demasiado... -Es que no avisé en casa de que tardaría tanto en volver y a veces se vuelven muy paranoicos con el asunto... Le confesé molesto, pues no era algo que me agradara mucho.
Los carpas que dibujé se perdieron en la inmensidad del lago del Valle del Fin, un lago que escondía mucho más secretos de lo que aparentaba, simplemente que no estaban a la vista de cualquiera que tuviera la más mínima de idea de que efectivamente, habían cosas "ocultas" y claro está, no puedes buscar algo que no sabes que existe.
— ¿A qué viniste, entonces? — Dijo una encantadora Eri, que seguidamente se tapó la boca, como si se hubiera excedido en su curiosidad. Hasta en aquellas cosas hacía despertar en mí un especial interés hacía ella.
La verdad es que fui cruel por dejarla en suspense, dejando que la intriga la devorara por dentro. Pero así era yo, me gustaba hacerme el interesante, aunque la mayoría de las veces solo fuera un simple fanfarrón queriendo demostrar teorías conspiranoicas absurdas.
-Busco unos nombres... Le dije sin más, sin saber si sería prudente darle más detalles... Aunque sabía que eso no sería suficiente. ¿Pero para qué darle una información que todavía no podía contrastar y demostrar?
— ¡No exageres! —
Le dije que sería difícil de olvidar y se lo tomó como algo exagerado. Pero estaba equivocada ¿Cómo podría olvidar a alguien como ella? Sería lo más cercano a cometer un sacrilegio, como cometer un pecado capital.
-¡Claro que no exagero! A partir de hoy, te nombro mi musa Le dije con amplia sonrisa que desbordaba satisfacción por todos los costados.
Pero bueno, no había que encariñarse mucho con las cosas, ni con los momentos agradables que la vida a veces te brindaba. Todo tarde o temprano llegaba a su fin, lo bueno y lo malo son ciclos, cuando acabas uno, empieza otro. Este era el caso, estaría un tiempo que no era capaz de estimar sin volver a ver a Eri, pero me conformaría que cuando volviera a verla siguiera sin novio. Se que suena egoista, pero no lo podía evitar.
— Ha sido un placer conocerte, y espero que pronto, muy pronto; podamos volver a vernos. —
-Espero que sea muy muy pero que muy pronto. Si no me tendré que colar en tu villa poniendo mi vida en riesgo para poder verte aunque solo sea desde la distancia. Le dije con un tono de voz tierno.