7/11/2016, 14:24
— No seas tonto, ya iré yo a buscarte. —
-Intentaré no serlo pero no te prometo nada ¿eh? Le contesté bromista y sonriente.
Pues eso, llegó el final de aquel día en que nos conocimos...
Un día digno de recordar sin lugar a dudas
Que la suerte esté contigo, Yoshi-san.
Se marchaba, no se antes girarse una última vez para cruzar nuestras miradas una vez más. Yo alcé la mano como despedida definitiva y me quedé mirando con su figura se perdía en la lejanía.
No sabía que hubiera en Uzushiokagure tesoros tan inmensos Pensé en mis adentros mientras volvía a la orilla del lago a ver si mis invocaciones tenían lo que vino a buscar aquí.
Efectivamente estaban todos los peces que convoqué en la superficie esperando volver al makimono ansiosos de convertirse en letras y dibujos de todo lo que habían averiguado, y eso hice, los peces saltaron al papel y la tinta se corrió formando todo tipo de textos y bocetos de todo lo que habían encontrado en las profundidades.
No tenía intención de ponerme a estudiar en aquel lugar aquello, lo dejaría para cuando llegara a mi hogar, simplemente le eché una ojeada muy por encima y parecía que la cosa prometía. Parecía que había algo aún por descubrir sobre la historia de las aldeas ninja.
Creo que mi abuelo estaba en lo cierto...
De repente de las nubes emergió entre un rugir de truenos un inmenso dragón nimbo de tinta, el de mi abuelo sin duda. Su característico gran dragón era el más grande que ninguno de mi familia era capaz de convocar, si Eri se giraba de nuevo vería como el cielo estaba inundado por el serpentino cuerpo de un inmenso dragón de tinta cuya cabeza estaba a los pies del lago del Valle del Fin, en donde vio a Yoshimitsu por última vez.
Desde la distancia se podía discernir sobre la cabeza de aquel dragón nimbo, la figura de un hombre que ayudó a Yoshimitsu subir a aquel dragón para nuevamente tomar los cielos y desaparecer en el.
-Intentaré no serlo pero no te prometo nada ¿eh? Le contesté bromista y sonriente.
Pues eso, llegó el final de aquel día en que nos conocimos...
Un día digno de recordar sin lugar a dudas
Que la suerte esté contigo, Yoshi-san.
Se marchaba, no se antes girarse una última vez para cruzar nuestras miradas una vez más. Yo alcé la mano como despedida definitiva y me quedé mirando con su figura se perdía en la lejanía.
No sabía que hubiera en Uzushiokagure tesoros tan inmensos Pensé en mis adentros mientras volvía a la orilla del lago a ver si mis invocaciones tenían lo que vino a buscar aquí.
Efectivamente estaban todos los peces que convoqué en la superficie esperando volver al makimono ansiosos de convertirse en letras y dibujos de todo lo que habían averiguado, y eso hice, los peces saltaron al papel y la tinta se corrió formando todo tipo de textos y bocetos de todo lo que habían encontrado en las profundidades.
No tenía intención de ponerme a estudiar en aquel lugar aquello, lo dejaría para cuando llegara a mi hogar, simplemente le eché una ojeada muy por encima y parecía que la cosa prometía. Parecía que había algo aún por descubrir sobre la historia de las aldeas ninja.
Creo que mi abuelo estaba en lo cierto...
De repente de las nubes emergió entre un rugir de truenos un inmenso dragón nimbo de tinta, el de mi abuelo sin duda. Su característico gran dragón era el más grande que ninguno de mi familia era capaz de convocar, si Eri se giraba de nuevo vería como el cielo estaba inundado por el serpentino cuerpo de un inmenso dragón de tinta cuya cabeza estaba a los pies del lago del Valle del Fin, en donde vio a Yoshimitsu por última vez.
Desde la distancia se podía discernir sobre la cabeza de aquel dragón nimbo, la figura de un hombre que ayudó a Yoshimitsu subir a aquel dragón para nuevamente tomar los cielos y desaparecer en el.