8/11/2016, 17:02
—De acuerdo —respondió Kazuma—. Por suerte, la ruta para volver será mucho más fácil que la utilizada para llegar. Síganme.
— De acuerdo.
Si actuaba así era por mantener la seriedad del equipo, el nivel y todo eso. Realmente tuvo ganas de saltar de alegría en cuanto oyó esas palabras. Miro a sus compañeros, sin poder disimular una sonrisa. Kazuma tenía el mismo semblante inexpresivo, aunque por unos momento, creyó ver hasta algo de alivio en el de Nabi. Aun así sus compañeros eran dos malditas piedras en comparación con él.
"Es la hora, es la hora"
Los tres emprendieron el camino al lugar de reunión, dejando atrás a la mujer y a la casa. Sobre sus hombros cargaban el peso de tres casas limpias, los sentimientos — no del todo buenos — de los inquilinos de ellas, y la locura de una mujer a la que habían dejado en la calle. Y ya era hora de descargar todo eso.
Tras poco más de veinte minutos, los tres chicos podrían visualizar por fin el edificio de la Uzukage, y más cerca, el riachuelo que lo rodeaba, y el puente para dar acceso a él. Ya podían saborear el momento.
Y ahí estaba. De pie sobre la zona media del puente, una mujer alta de trenza pelirroja, con los brazos cruzados, se encontraba ahí, esperando. Su semblante era serio, pero no parecía enfadada ni enajenada. Simplemente, parecía en una seriedad natural. Por alguna razón, sentía que había pasado tanto tiempo que practicamente se había olvidado de como era. Y mira que la habían visto a las once de esa misma mañana. Las misiones estresantes pasaban factura.
¿Les habría visto ya? ¿Estaba probandoles? ¿Simplemente estaba pensando en sus cosas? Con estos sensei modernos nunca se sabía.
— De acuerdo.
Si actuaba así era por mantener la seriedad del equipo, el nivel y todo eso. Realmente tuvo ganas de saltar de alegría en cuanto oyó esas palabras. Miro a sus compañeros, sin poder disimular una sonrisa. Kazuma tenía el mismo semblante inexpresivo, aunque por unos momento, creyó ver hasta algo de alivio en el de Nabi. Aun así sus compañeros eran dos malditas piedras en comparación con él.
"Es la hora, es la hora"
Los tres emprendieron el camino al lugar de reunión, dejando atrás a la mujer y a la casa. Sobre sus hombros cargaban el peso de tres casas limpias, los sentimientos — no del todo buenos — de los inquilinos de ellas, y la locura de una mujer a la que habían dejado en la calle. Y ya era hora de descargar todo eso.
Tras poco más de veinte minutos, los tres chicos podrían visualizar por fin el edificio de la Uzukage, y más cerca, el riachuelo que lo rodeaba, y el puente para dar acceso a él. Ya podían saborear el momento.
Y ahí estaba. De pie sobre la zona media del puente, una mujer alta de trenza pelirroja, con los brazos cruzados, se encontraba ahí, esperando. Su semblante era serio, pero no parecía enfadada ni enajenada. Simplemente, parecía en una seriedad natural. Por alguna razón, sentía que había pasado tanto tiempo que practicamente se había olvidado de como era. Y mira que la habían visto a las once de esa misma mañana. Las misiones estresantes pasaban factura.
¿Les habría visto ya? ¿Estaba probandoles? ¿Simplemente estaba pensando en sus cosas? Con estos sensei modernos nunca se sabía.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60