16/11/2016, 18:49
Akame no pudo evitar alzar una ceja, escéptico, ante el comentario de aquel shinobi de la Lluvia. «Tan beligerante como esperaba... ¿Será cosa del clima?». El Uchiha, tranquilo como era, se limitó a suspirar ante la pretensión de autoridad de aquel chico. «¿Quizás es un jounin, o un ANBU?». Estuvo a punto de contestar con otra ingeniosa broma, pero el pensamiento de buscarse problemas con un miembro de las fuerzas especiales de Amegakure —y para más inri, en mitad de las Llanuras de la Tempestad— bastó para mantener sus labios sellados.
En lugar de ello, se dedicó a seguir comiendo mientras el ninja que se hacía llamar Daruu seguía interrogando a sus compañeros. «A juzgar por el desdén que parece mostrar Kazuma ante preguntas de extraños, esto puede ponerse interesante... mente mal», concluyó el Uchiha de Takigakure. Y, por si acaso, trató de devorar su estofado de carne con verduras lo antes posible; si iba a fomarse algún lío, no quería quedarse con su segunda cena a medio terminar.
Mientras tanto, el jornalero —al que casi todos los presentes habían ignorado— había terminado ya su comida. Con un gesto llamó al mesero para pedirle un vaso de sake, y mientras se lo traían sacó de uno de los bolsillos de su camisa un paquete con tabaco de liar y un papelillo. Tomó un poco entre índice y pulgar y empezó a hacer lo propio. Antes de que cantase un gallo, el tipo se había liado un cigarrillo casi perfecto que fumaba con hondas caladas y visible satisfacción.
—Bueno', contarme. ¿Eh' verdá que los ninja' podéi dezaparecé por arte de magia?