18/11/2016, 00:28
Para cuando Mogura pudo llegar hasta el sujeto del cual no había duda de que era el culpable, sus manos ya habían sido esposadas con una curiosa pieza de madera, prácticamente hecha a medida.
¿Y esto? ¿Quién lo hizo?
En respuesta a la sugerencia totalmente impersonal sugerida por el joven médico, Daruu advertiría sobre las consecuencias directas que tendría el llevar a aquel malandro directamente con la líder de la aldea. Antes de darle tiempo a contestar, sugirió un siguiente plan de acción, él se ocuparía del ladrón y ellos podrían preocuparse de darle una mano al pequeñin damnificado.
Proceda con cuidado, Hanaiko-san.
Despidió el shinobi de cabello azabache al muchacho, antes de que dejara la escena.
Ya solos en el callejón, Karamaru sería el primero en romper el silencio para proponer lo obvio.
Sería lo primero que se debería hacer si deseamos ayudar a ese joven. Vamos.
Recuperó un poco mejor la postura mientras comentaba su opinión al monje. Una vez le devolviesen la joya al chico, podrían preocuparse de darle una mano en su vida.
Aquella artesanía de madera que apresaba las manos del ladrón ¿Fueron obra suya, Habaki-san?
No deseaba conservar aquella duda durante mucho tiempo y fue por eso que una vez estuviesen en camino a la academia le haría aquella pregunta al cenobita.
¿Y esto? ¿Quién lo hizo?
En respuesta a la sugerencia totalmente impersonal sugerida por el joven médico, Daruu advertiría sobre las consecuencias directas que tendría el llevar a aquel malandro directamente con la líder de la aldea. Antes de darle tiempo a contestar, sugirió un siguiente plan de acción, él se ocuparía del ladrón y ellos podrían preocuparse de darle una mano al pequeñin damnificado.
Proceda con cuidado, Hanaiko-san.
Despidió el shinobi de cabello azabache al muchacho, antes de que dejara la escena.
Ya solos en el callejón, Karamaru sería el primero en romper el silencio para proponer lo obvio.
Sería lo primero que se debería hacer si deseamos ayudar a ese joven. Vamos.
Recuperó un poco mejor la postura mientras comentaba su opinión al monje. Una vez le devolviesen la joya al chico, podrían preocuparse de darle una mano en su vida.
Aquella artesanía de madera que apresaba las manos del ladrón ¿Fueron obra suya, Habaki-san?
No deseaba conservar aquella duda durante mucho tiempo y fue por eso que una vez estuviesen en camino a la academia le haría aquella pregunta al cenobita.