25/11/2016, 21:03
—No hay necesidad de sentirlo... —respondió el chico. Se había llevado una mano a la nuca y había apartado la mirada en un gesto nervioso—. Un ninja no es ningún payaso de circo como para estar dando entretenimiento barato a la gente...
Ayame resopló en respuesta. Un shinobi transformado en tiburón solo para satisfacer el morbo de la multitud. Sonaba asquerosamente humillante. ¿Por qué alguien que debía consagrar su vida a proteger su aldea llegaría al punto de denigrarse de aquella manera?
—Aunque el actuar guiado por la rabia no sea lo mejor... Una falta de respeto como esa no merecía un menor castigo, Ayame-dono.
En aquella ocasión le tocó forzar una sonrisa.
—Ya... Mi padre y mi hermano no dejan de repetirme lo impulsiva que soy pero... no he podido evitarlo... —replicó, y aquella vez fue ella la que se llevó una mano a la nuca.
Fue entonces cuando formuló la pregunta acerca de su identidad, y el recién llegado no dudó ni un instante en responder:
—Sería poco probable que nos conozcamos de antes. Permita que me presente, mi nombre es Manase Mogura, nieto de Manase Dōsan.
—Un placer, Mogura-san —replicó Ayame, con una ligera inclinación. Aunque no tardó ni un instante en recobrar la postura y dirigirle una mirada cargada de curiosidad—. ¿Quién es Manase Dōsan? Hablas de él como si fuera alguien... importante.
Ayame resopló en respuesta. Un shinobi transformado en tiburón solo para satisfacer el morbo de la multitud. Sonaba asquerosamente humillante. ¿Por qué alguien que debía consagrar su vida a proteger su aldea llegaría al punto de denigrarse de aquella manera?
—Aunque el actuar guiado por la rabia no sea lo mejor... Una falta de respeto como esa no merecía un menor castigo, Ayame-dono.
En aquella ocasión le tocó forzar una sonrisa.
—Ya... Mi padre y mi hermano no dejan de repetirme lo impulsiva que soy pero... no he podido evitarlo... —replicó, y aquella vez fue ella la que se llevó una mano a la nuca.
Fue entonces cuando formuló la pregunta acerca de su identidad, y el recién llegado no dudó ni un instante en responder:
—Sería poco probable que nos conozcamos de antes. Permita que me presente, mi nombre es Manase Mogura, nieto de Manase Dōsan.
—Un placer, Mogura-san —replicó Ayame, con una ligera inclinación. Aunque no tardó ni un instante en recobrar la postura y dirigirle una mirada cargada de curiosidad—. ¿Quién es Manase Dōsan? Hablas de él como si fuera alguien... importante.