29/11/2016, 04:31
El chico de Amegakure resultaba ser curiosamente respetuoso, puede que demasiado para el gusto de la rubia que estaba habituada a un trato algo más informal, aunque no tanto como el que ese teórico samurái le había ofrecido momentos atrás. ~Últimamente encuentro puros raros. ~Pensaría en silencio mientras escuchaba las formas del chico, incluyendo los gestos que este hacía.
La cuestión ahora era averiguar cómo diantres sacarle la conversación a un chico como él. No por interés real, era solo para no estar en absoluto silencio y en compañía de un incómodo silencio que terminaría por espantar a la rubia.
—Un gusto. —Soltaría en lo que pensaba un buen tema de conversación.
~De qué frutas… Hablar… ~Pensaba mientras dejaba que su mirada vagase por todos lados, notando también alguna que otra mirada hacia su persona y uno que otro que parecía hasta con cierta envidia, después de todo también podrían haber hecho lo mismo que el de Amegakure.
—Y… ¿Viniste solo a la ciudad? —Preguntó al chico aunque su mirada se había desviado a una de las ventanas.
La cuestión ahora era averiguar cómo diantres sacarle la conversación a un chico como él. No por interés real, era solo para no estar en absoluto silencio y en compañía de un incómodo silencio que terminaría por espantar a la rubia.
—Un gusto. —Soltaría en lo que pensaba un buen tema de conversación.
~De qué frutas… Hablar… ~Pensaba mientras dejaba que su mirada vagase por todos lados, notando también alguna que otra mirada hacia su persona y uno que otro que parecía hasta con cierta envidia, después de todo también podrían haber hecho lo mismo que el de Amegakure.
—Y… ¿Viniste solo a la ciudad? —Preguntó al chico aunque su mirada se había desviado a una de las ventanas.