3/12/2016, 15:37
El ritmo de sus pasos fue aumentando hasta volverse una pequeña carrera en cuanto escuchó la respuesta de la kunoichi. El sonido de sus botas al pisar la madera era muy característico del material, a la vez y a causa del grueso de la plataforma donde estaban el tono de aquellas pisadas era bastante grave.
Habiendo llegado hasta la muchacha de melena dorada, buscaría con su mirada los orbes esmeraldados que adornaban su rostro.
Yo...
Empezó a decir, tratando de pensar en las palabras adecuadas para expresar lo que quería comunicarle a la chica. La idea del joven médico era disculparse por la pésima actuación que había tenido en el local minutos atrás. Existirían mil y un formas de retratar ese escenario, podría haberle echado la culpa a todos aquellos que estuvieron mirando a la muchacha o al grueso de los empleados que no hicieron nada para evitarlo...
...quería pedirle disculpas por lo que pasó, no debería haber actuado de esa manera. Por mi culpa se fue sin llegar a comer nada.
Aquellas fueron finalmente las palabras que el muchacho de cabello azabache habría escogido. Por supuesto a su disculpa le siguió una correspondiente reverencia que sin duda no podría decirse que careciera de etiqueta. Las intensiones del shinobi eran totalmente sinceras, se había puesto toda la responsabilidad de aquella situación problemática sobre sus hombros.
Habiendo llegado hasta la muchacha de melena dorada, buscaría con su mirada los orbes esmeraldados que adornaban su rostro.
Yo...
Empezó a decir, tratando de pensar en las palabras adecuadas para expresar lo que quería comunicarle a la chica. La idea del joven médico era disculparse por la pésima actuación que había tenido en el local minutos atrás. Existirían mil y un formas de retratar ese escenario, podría haberle echado la culpa a todos aquellos que estuvieron mirando a la muchacha o al grueso de los empleados que no hicieron nada para evitarlo...
...quería pedirle disculpas por lo que pasó, no debería haber actuado de esa manera. Por mi culpa se fue sin llegar a comer nada.
Aquellas fueron finalmente las palabras que el muchacho de cabello azabache habría escogido. Por supuesto a su disculpa le siguió una correspondiente reverencia que sin duda no podría decirse que careciera de etiqueta. Las intensiones del shinobi eran totalmente sinceras, se había puesto toda la responsabilidad de aquella situación problemática sobre sus hombros.